Por REDACCION
Federico Alonso estaba trabajando en Holanda y comenzó las gestiones que culminaron con la instalación de seis robots en Tandil, su ciudad de origen, "y de algún modo lo consideramos como la piedra basal de la presencia de Lely en Argentina", sintetizó el profesional.
Lely comenzó su vida como empresa recién en 1992, y su modo de intervención productiva es a través del diseño y desarrollo de robots, tanto es así que una buena parte de sus ingresos está destinada a investigar estrategias productivas siempre a través de robótica. Se trata de un equipo de 300 ingenieros que van innovando sobre cada elemento que constituye esta compleja maquinaria de ordeño, y lleva instalados unos 35 mil robots.
PREOCUPACION POR
SUSTENTABILIDAD
Alonso desde muy joven estuvo relacionado a la lechería, observando la dinámica de este noble negocio y mensurando los límites que le imponían la tecnología a la producción local, y a partir de ello se relacionó con Lely, a la que caracteriza como "una empresa a la que no solamente le interesa vender sus desarrollos, sino que está preocupada por la sustentabilidad del negocio, pensado económicamente sin perder de vista lo social o las cuestiones ambientales. Eso me convenció: quería aportar a nuestra producción no solo una tecnología de punta, sino también un concepto productivo".
Así traza Alonso la visión que animó a Alexander Van der Lely, cuando propuso que la lechería debía ser un negocio rentable, agradable para el equipo de trabajo, con sustentabilidad respecto a lo social y lo ambiental. A partir de esa lógica se toman las decisiones de desarrollo de nuevos productos, sobre el modo en que se van introduciendo las innovaciones a nivel global.
INTERESANTES DETALLES
A continuación, el diálogo que mantuvo con TodoAgro.
-¿Qué es lo que observó de atractivo en Argentina como escenario productivo?
-Bueno, acerqué mi caracterización de Argentina a los directivos de Lely y ellos tuvieron esta misma percepción de la lechería local: nuestro país es una economía pujante y sus productores están acostumbrados a tomar riesgos, no le temen a tecnología y en eso se diferencia a muchos productores americanos y europeos, que tienen una mirada más conservadora del asunto.
* Alonso,quien representa a Lely Argentina en las provincias de Córdoba y Buenos Aires señaló que producir en el país tiene una componente muy fuerte de incertidumbre y riesgo, y quizás desde allí nazca esa propensión a ver en la tecnología un elemento disruptivo. Eso parece confirmarlo la cantidad de proyectos que Lely y otras empresas han desplegado en Argentina en los últimos cinco años.
-¿Y las debilidades, dónde están situadas?
-Las dificultades están situadas en los vaivenes de la macroeconomía y su influencia sobre la lechería. Y cuenta con la dificultad adicional que se trata de variables en las que no es fácil intervenir.
-¿Qué pasos debiera seguir un productor que quiere dar batalla desde la lechería, y para ello se plantea adoptar tecnología para mejorar su competitividad?
-Lo primero que debe hacer es visitar tambos, pues debe conocer cómo se comporta cada estrategia productiva. En los casos de establecimientos con tambos robotizados le aconsejo que hablen con el productor pues es él quien tiene fiel idea de lo que ocurre en el día a día, y debe visitar tambos robotizados de todas las marcas. Le aconsejamos que viaje, vea, analice las variables antes de tomar una decisión.
Diversa información confirma que entre la decisión de incorporar tecnología y la adopción de una estrategia determinada, pasa más o menos un año. A medida que va comprendiendo cómo es el sistema va dando pasos y confirmando decisiones más finas.
Cuando el productor nos viene a ver, nos sentamos para que nos cuente sobre su explotación y hacia dónde quiere ir, y allí diseñamos juntos una estrategia adaptada a su contexto productivo, sin perder de vista hacia dónde quiere ir. Juntos, le damos cuerpo al tambo que mejor refiere a su plan productivo: él debe apropiarse de su herramienta desde el primer trazo del proyecto.
PARA CONOCER
Si bien se sabe que cada unidad productiva tiene sus características, y por lo tanto los presupuestos son variables atendiendo cada caso, desde TodoAgro se dio dimensión a la inversión que implica esta estrategia productiva. El promedio indica que una explotación pastoril tiene un costo de unos 2500 dólares por vaca, mientras que un establecimiento estabulado (con inclusión de robots) está en torno a los 4500 dólares por animal en ordeño, dependiendo las características de los collares para detectar celos o conocer las características de la rumia de cada vaca, entre otros tópicos.
LOS INSTALADOS
La holandesa Lely lleva instalados cinco tambos en nuestro país, con dos de ellos en funcionamiento desde hace un mes. En Tandil instalaron robots en un tambo pastoril con un promedio de 29/30 litros por vaca, y en General Villegas hay otro establecimiento con base parcialmente pastoril y un promedio de 27/28 litros por vaca, y un tercero en Trenque Lauquen, estabulado y con cama de compost y tiene registros en torno a los 42 litros por animal en ordeño.
En Córdoba, ya funcionan los robots en dos tambos medianos grandes: 8 robots hay instalados en el Establecimiento Don Ino de la familia Cervigni, en Ordoñez, y otros 8 se están terminando de instalar en el tambo de los Montechiari, en Monte Maíz.
LO QUE SE VIENE
Lely tiene planes de instalar otros cinco robots el año que viene y planean en un par de años contar con unos 150 tambos robotizados funcionando. La empresa holandesa cuenta con un banco asociado para financiar proyectos a seis años de plazo en dólares, y cuenta con área de planeamiento donde se ayuda al productor a presentar carpetas en bancos públicos, donde se operan con líneas de financiamiento más atractivas.
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