Cuando llegaron los
primeros inmigrantes, suponemos que en su viaje hacia la tierra que
iban a poblar y entre sus provisiones, trajeron harina y galletas,
elementos que debían reponerse, haciendo periódicos viajes a
Esperanza, Pilar o San Agustín.
Creemos que este trabajo
de aprovisionamiento se siguió efectuando hasta que la primera
siembra de trigo produjo sus espigas, y estas al ser molidas,
entregaron la harina para hacer el pan. Porque efectivamente, no
puede haber pan sin harina, ni puede haber harina sin trigo, ni trigo
sin cosecha.
La agricultura no atraía
tanto a los colonos, pensaban que era menos penoso dedicarse a la
ganadería, que esta les exigía mucho menos esfuerzos y dedicación.
No tenía esta el problema de la sequía, de las langostas, de las
hormigas, de las inundaciones.
Pero, al intensificarse la
inmigración, con ella y la formación de nuevas colonias, la
provincia pasó a convertirse en la mayor productora de cereales del
país, cubriendo no sólo las necesidades locales, sino exportando el
resto de la producción a Europa.
Por eso, en todas las
colonias al poco tiempo de formarse se establecieron molinos
harineros, para la elaboración del trigo, ya que hasta ese entonces,
la harina era sumamente escasa y debía importarse de Europa.
Si nos remontamos en el
tiempo a 100 años atrás, podemos asegurar -sin temor a equivocarnos-
que la primera industria de Rafaela fue el molino harinero. Para ello
habrá habido que adquirir en alguno de los pueblos vecinos, una
enorme piedra de moler, la cual en movimiento giratorio, impulsada
por un buey o un caballo, produjo la primera harina del primer pan
amasado en nuestro suelo. De esta rudimentaria atahona -incipiente
industria- surgirán después otros molinos harineros.
Del primer molino
harinero que tiene Rafaela en 1884, según el informe de la
Inspección de Colonias (1),
se desconoce el propietario, pero si sabemos que en junio de 1885,
inicia sus actividades el primer molino harinero ubicado en bulevar Lehmann, frente al Hotel Plaza, cuyos propietarios eran Don Pedro
Avanthay e Hijo.
Este molino fue bautizado
como Molino “Amistad” y en su visita a Rafaela don Alejo Peyret
al referirse al mismo decía textualmente: "...que
allí en 1887 se habían molido 38.000 bolsas de ocho arrobas” (2) y agregaba "el Molino a vapor de los señores
Avanthay, padre e hijo, suizo el padre, americano el hijo, tiene la
fuerza de treinta y cinco caballos, pudiendo moler, cada día,
cincuenta y cuatro arrobas…”.
En esos tiempos como dice
Adelina B. de Terragni (3) …"la
harina blanca se importaba de Francia, de Alemania o de otros países
productores; nuestros primeros colonos debían traerla desde Santa
Fe, Esperanza, Pilar. Se recuerda que los carros cargados de harina y
a la menor amenaza de lluvia, eran las bolsas de ese apreciado
elemento, las que se protegían debajo del medio de transporte, antes
que las propias personas”.
La
empresa usaba en sus papeles comerciales, una estrella y debajo de
sus puntas inferiores la palabra “Amistad”, que era el nombre del
molino.
Don Pedro Avanthay con su militancia masónica, miembro de la
Logia “La Antorcha”, indudablemente no podía dejar de usar una
estrella de cinco puntas, símbolo masón por excelencia, hasta en
sus papeles comerciales.
Pero sin lugar a dudas,
el más importante de Rafaela fue el de Don Rodolfo Brhül que se
denominaba “Margarita”, fundado en 1894, nueve años después, en
la barriada que alguien denominara con el nombre de “Barrio de
Fierro”, molino que llegó a ser el más importante del pueblo. En
él se desempeñaba como Gerente el Sr. Rodolfo Stoessel y como
Contador don Mariano Sondura.
El Sr, Brhül había
nacido en Alemania, en Berlín en 1858, era además agente de
colonización y colaboró con don José Iturraspe en la fundación
de varias colonias.
El molino que giraba
comercialmente como Rodolfo Brühl y Cía. se remató judicialmente en
septiembre de 1900.
PERSONERIA
JURIDICA
La Sociedad de
Beneficencia que había adquirido su personería jurídica pudo
adquirir un chalé de propiedad de Rodolfo Brühl y terrenos
aledaños con el objeto de levantar el Hospital Regional, frente a la
plaza 9 de Julio.
Fue Rodolfo Brühl
también el primer exportador de harina al Brasil, lo que da una idea
de la importancia que había adquirido la producción del Molino
Margarita.
Sus compradores fueron
los Sres. Remonda, Bottaro y Cía. quienes se preocuparon por aumentar
la producción llegando a producir 200 bolsas de harina diarias con
un personal de 18 empleados, hasta que en 1915 cambió su nombre por
el de Frosi y Sucesores de Remonda: La antigua denominación de
Molino Margarita se sustituyó por el de “Molino Rafaela” hasta
1923, en que se constituye la firma Francisco Frosi y Cía. (4).
Francisco Frossi había
nacido en Sovecina (Cremona) Italia en 1856 y era muy conocedor del
oficio de molinero. Había acumulado experiencia en Buenos Aires, San
Francisco, en Pilar, en Morteros y en Villa María (5). En 1938 giró bajo la
denominación de Frossi SRL conducido por los hijos del fundador,
señores Luis y Juan Frossi.
En estos años el Molino aumenta
considerablemente su producción llegando a producir 500 bolsas
diarias, con un personal de 35 empleados.
Idel Cardoso, vecino del
Barrio Villa Rosas hace un pormemorizado relato del Molino
Frosi "…aquí en la calle La Plata tuvimos
el Molino harinero de los señores Frosi. En ese entonces, todavía
se trabajaba con carros tirados por caballos que traían el trigo
en bolsas; este Molino fue la historia del Barrio. Mi padre trabajó
desde el año '58 hasta que cerró” (6).
El edificio tenía
todas paredes de 45, con ladrillos hechos especialmente para el
Molino. Tenía tres pisos y un subsuelo, un sótano donde funcionaban
los motores, con todas trasmisiones que llegaban hasta el tercer
piso. Todo lo que se hacía en ese entonces era “en bolsas y al
hombro”. En la esquina de La Plata y Aragón había un depósito
grande donde arrimaban los vagones del ferrocarril Belgrano. Entraban
dentro del Molino, descargaban trigo y cargaban harina. Además la
gente del campo de la zona traía el trigo en carros: se hacían
colas interminables.
En la esquina de La
Plata y América estaba el edificio de los Frosi: era el chalé donde
vivían los patrones: una especie de castillo que ocupaba media
manzana, con un jardín y al fondo tenían pavos reales, gansos y
animales medio exóticos. Fue un error haber demolido esa
construcción, tendría que haberse recuperado como patrimonio
histórico de la ciudad…
Fue diseñado por un arquitecto italiano en
estilo campestre renacentista que asemejaba a las típicas casas
rurales de aquel país.
Ricardo Tomasini, también vecino del Barrio, comenta ”yo entré a trabajar en el
Molino en el año '64 hasta que cerró el 28 de febrero de 1971. En
esa época se hacían 400 bolsas de harina por día o sea el Molino
funcionaba a pleno. Se hacía además de harina, sémola, afrecho y
afrechillo. Trabajaban 42 personas.
En
el año '48 hubo una sequía enorme, no llovió durante todo el año. En el Molino había afrechillo para vender y venían los colonos
desesperados para comprar, pero tenían que sacar su carné político
y afiliarse a su partido, sino no le daban nada. A mi viejo le tocó
vivir eso y se le murieron todas las vacas porque por principios no
se quiso afiliar. En el Molino había un representante del gremio que
estaba al lado del escritorio y controlaba quién estaba afiliado. Eso
lo pude comprobar yo personalmente en los libros que decían: 2 bolsas de afrechillo al Sr. Tal, carné peronista Nº tal”.
En 1897 hay otros molinos harineros en Rafaela. Ellos son: el Molino
“La Amistad” de Vicente Viano y “El Porvenir” de los
Mognaschi, pero la firma Marini y Mognaschi además del molino,
tenían panadería y fideería. Al conmemorarse el fallecimiento de
la esposa de Antonio Mognaschi, el 21 de diciembre de 1918, la
familia resolvió como homenaje distribuir durante ese día pan y
fideos gratis a todos los pobres de la ciudad, los cuales podían pasar a retirarlos por el Molino durante todo el día. Una revista de
la época comentaba: "…que se trataba de un
bello rasgo de caridad cristiana, muy digno, por cierto, que debería
ser repetidamente imitado...".
Es notable que Vicente
Viano haya bautizado su Molino con el mismo nombre que puso don Pedro
Avanthay al suyo. ¿Lo hizo como homenaje a su predecesor? ¿O para
aprovechar el nombre que en su momento se había hecho de una
clientela?
La existencia de
tantos molinos en esta época de la Colonia dice a las claras los
miles de toneladas de trigo que se cosechaban anualmente en la zona,
dando actividad a todas estas industrias.
Los molinos harineros
fueron -en su momento- exponentes de la enorme riqueza de la zona y
salieron hacia todos los rincones del país y del mundo para
abastecer no sólo a otras provincias argentinas, sino a muchos otros
países.
REFERENCIAS
(1) Memoria del Ministerio de Agricultura, Justicia e Instrucción
Pública 1892-1893 Carrasco Gabriel.
(2) La arroba equivale a 11 kg. y medio.
(3) Terragni, Adelina B. de. Historia de Rafaela, ciudad
santafesina, 1881-1940- Santa Fe, Colmegna, 1971, pág. 78.
(4) El Norte. Album del Cincuentenario 1882-1932, pág. 43.
(5) Terragni, Adelina B. de Historia de Rafaela, ciudad santafesina.
Ob.cit. pág. 112.
(6) Cardoso, Idel, en Revista El Satélite Año I Nº 1 Marzo 2002.