Notas de Opinión

Hablemos del modelo

El caso PC Arts-Banghó, la empresa que anunció su cierre por la

inminente baja de 35 a 0% del arancel para la importación de

computadoras y notebooks, es un buen ejemplo para hablar del

modelo económico que busca aplicar el Gobierno. A través del Ministerio de Trabajo, la administración macrista

dispuso la conciliación obligatoria en el conflicto y destinó una

suma reforzada del seguro de desempleo para los 205 nuevos

desempleados.

Paralelamente anunció la adquisición de 450 mil

computadoras destinadas al plan Conectar Igualdad del Ministerio

de Educación, exclusivamente para ensambladores locales.

Pero más allá de estos paliativos, mantendrá su política de

fondo, consistente en que los sectores económicos que no son

competitivos -en este caso profundizado por la reducción del

arancel de importación- deben reconvertirse.


El nuevo rumbo empieza a reflejarse en el mercado laboral. De

acuerdo con los datos oficiales del Sistema Integrado Previsional

Argentino (SIPA), el total de trabajadores registrados a noviembre

de 2016 fue de 12.079.103, esto implicó un crecimiento interanual

de 0,3% (37.085 nuevos puestos) y mensual de 0,3% (38.190), aunque

si se tienen en cuenta los factores estacionales, los nuevos

puestos fueron apenas 4.957.


Al desmenuzar esos indicadores se desprende que el número de

asalariados del sector privado cayó 1,1% en un año (se perdieron

69.629 empleos), contra un crecimiento de los monotributistas de

4,1% (59.786 nuevos puestos), de 2,9% de trabajos en casas

particulares (11.794) y 0,7% en el sector público (22.689).

De los

casi 70.000 desplazados del sector privado, 48.480 pertenecen a

las industrias manufactureras.

Como ya se escribió varias veces en esta columna semanal, el

modelo macrista está lejos del desarrollismo en el que se enroló

discursivamente Mauricio Macri en el camino a la Presidencia, sino

que fijó como espejo el milagro australiano.

Australia registró en 2015 un PBI per cápita de 50.962 dólares,

mientras que el de la Argentina fue de 13.589 dólares, según el

Fondo Monetario Internacional.

En 1983 Australia estaba en estanflación. La inflación era del

17%; el desempleo del 10%; el PBI había caído 2%; y los déficits

de la cuenta corriente y fiscal habían subido a niveles récord.

Una

realidad bastante parecida a la Argentina de hoy. A grandes rasgos, la reforma australiana estuvo basada en la

apertura de su economía, reformas impositivas y laborales y

políticas de defensa de la competencia. Menos industrias

manufactureras, más servicios y valor agregado a las commodities.

A modo de ejemplo, Toyota cerrará este año la última planta

automotriz de Australia, siguiendo los pasos de General Motors,

Ford y Mitsubishi.

Este horizonte, con las particularidades argentinas, es la

médula del Plan Productivo Nacional que ideó el cerebro económico

del Gobierno, el vicejefe Mario Quintana, y que ya comienza a

mostrar sus dientes.

El corpus incluye los cambios recientemente definidos por

decreto de la Ley de riesgos del trabajo, una reforma profunda de

las reglas laborales -también saldría por decreto- y los cambios

en los convenios colectivos, como es el caso de los petroleros de

Vaca Muerta, o los trabajadores de automotrices o frigoríficos.



CGT EN GUARDIA 

Es difícil establecer si las reformas finalmente serán exitosas

como en la tierra de los canguros, pero sí se vislumbra un

problema en el corto y mediano plazo. El argumento oficial es que

el trabajo que se pierde en una empresa improductiva se ganará en

otra competitiva.


Como paliativo, el Gobierno creó el Programa Nacional para la

Transformación Productiva (PNTP), por el cual la empresa debe

buscar un nuevo rumbo con asistencia oficial y los cesanteados

percibirán el seguro de desempleo más un plus de hasta dos

salarios mínimos y medio, según la antigüedad, por seis meses.

De todos modos, la CGT que se puso en guardia frente al

desmonte de algunos sectores productivos y no ve con buenos ojos

la pérdida de derechos fijados en los convenios.


La central peronista se reunió esta semana en Mar del Plata y

amenazó con implementar un plan de lucha por la falta de

cumplimiento del compromiso empresarial de abstenerse de cesantear

trabajadores hasta marzo.

Quintana y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, ya agendaron

una nueva reunión con la CGT para la semana próxima en la que

escucharán sus planteos pero insistirán con la línea de acción.


El exCEO de Pegasus, quien tiene diálogo fluido con los

dirigentes gremiales, iría más a fondo con los cambios si no fuera

por la resistencia creciente del movimiento obrero.

Paralelamente, algunos economistas pusieron en duda la

transferencia del modelo australiano a la realidad argentina (aun

sin contemplar la particular realidad política nacional).


Citando a su colega e historiador Pablo Gerchunoff, Eduardo

Levy Yeyati advirtió que Australia tiene recursos naturales por

habitante más generosos, un nivel de educación históricamente más

elevado, cercanía a los grandes mercados asiáticos en crecimiento

y un financiamiento externo "garantizado" por el Commonwealth.

Sin embargo, Levy también propone el encadenamiento de materias

primas a industrias de alto valor agregado como hizo Finlandia con

la industria forestal que derivó en el diseño de cortadoras,

maquinarias de precisión y finalmente en Nokia.

La Argentina podría seguir esa secuencia con la soja y la

maquinaria agrícola, el vino, alimentos orgánicos y otros

productos "para contribuir al supermercado premium del mundo

desarrollado", pero advierte que "si logramos salir, no será con un

modelo genérico sino con una receta propia".


El proyecto macrista también empieza a mostrar su correlato

político e ideológico con el endurecimiento de los controles a los

inmigrantes, la creación de un Régimen Penal Juvenil, y la

innecesaria decisión de mover el feriado por el 24 de marzo,

aunque estas cuestiones quedarán para otro análisis. 

Autor: Gabriel Profiti

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