"Sentirse en casa" es una expresión que representa las sensaciones de acogimiento y confort que transforman un espacio en un verdadero refugio. Para alcanzar esta experiencia, diversos elementos desempeñan un papel esencial, construyendo un ambiente que promueve relajación y bienestar. Apoyado por estudios en el campo de la psicología ambiental y neurociencia, este vínculo entre el ambiente físico y el comportamiento humano evidencia cómo la arquitectura influye directamente en la creación de atmósferas, pudiendo, incluso, transformar el caos en tranquilidad.
En este proceso, la búsqueda de un ambiente que transmita acogimiento y tranquilidad se vuelve esencial, especialmente cuando el entorno sugiere lo contrario. Para estas situaciones, seleccionamos cinco estrategias que pueden contribuir a la creación de refugios protegidos del caos exterior.
Creando espacios acogedores
Un hogar auténtico tiene alma que aguarda a su habitante. En la construcción de esta atmósfera, la iluminación es fundamental. Como la tranquilidad está directamente ligada al acogimiento y a la sensación de confort, la luz se convierte en una herramienta que influye en las emociones. Luces suaves y cálidas crean un ambiente acogedor, mientras que la iluminación natural abundante estimula el bienestar físico y mental. Junto con la iluminación, los colores activan el cerebro, creando un lenguaje único conectado a las memorias y experiencias de cada individuo. Sus combinaciones crean una comunicación visual que impacta, directa o indirectamente, el comportamiento humano. Además de influir en la atmósfera espacial, los colores se convierten en un recurso poderoso para generar sensaciones, promoviendo tranquilidad con tonos neutros y suaves.
La estrategia más conocida cuando se trata de la creación de espacios acogedores es la incorporación de elementos y materiales naturales. La práctica, denominada biofilia, destaca la importancia del contacto con la naturaleza para la reducción del estrés. En este contexto, se hace uso de la integración de espacios paisajísticos bien elaborados o de pequeñas vegetaciones puntuales, dependiendo del espacio disponible. Además, estructuras o revestimientos compuestos por elementos naturales, como la madera, traen calidez al espacio doméstico, reforzando la conexión con la naturaleza.
Aislamiento acústico
La acústica es el aspecto de mayor complejidad del ambiente construido, ya que los oídos son extremadamente sensibles. El ruido urbano, en este contexto, se convierte en un factor de estudio relevante, impactando directamente la salud, descalificando los espacios habitados como una de las mayores fuentes de estrés. Por eso, el aislamiento sonoro es esencial.
Para ello, muchas veces es necesaria la utilización de tecnologías, como la ejecución de pisos "flotantes", aislantes acústicos en techos y paredes (como lana de roca y vidrio), o incluso el uso de carpintería acústica. Como solución más rápida y limpia para los problemas de ruidos, la utilización de alfombras y cortinas, paneles y muebles tapizados son grandes aliados.
Conexión emocional con el hogar
"Habitar es cuidar", afirma Heidegger, un proceso continuo de organizar y embellecer los espacios, convirtiéndolos en extensiones de nosotros mismos. A través de símbolos y signos, el ser humano imprime su identidad en el ambiente, convirtiendo la vivienda en un reflejo de su esencia. Así, la elección de revestimientos, muebles y objetos decorativos a menudo revela rasgos de la personalidad de los habitantes, fortaleciendo la conexión emocional con el hogar. Elementos afectivos, como fotos, recuerdos de viajes y piezas artísticas también intensifican la sensación de pertenencia y bienestar, convirtiendo la casa en un verdadero santuario.
Aromas y texturas
En este sentido, un enfoque interesante e intrínsecamente relacionado al diseño arquitectónico es incorporar olores provenientes directamente de los materiales de construcción o muebles seleccionados.
Además de los aromas, las texturas también contribuyen a un ambiente relajante. Superficies de pisos, paredes y muebles, así como las temperaturas del ambiente, humedad y la ventilación, definen buena parte del confort en relación al tacto. Además, tejidos naturales y texturizados, como algodón, lino y lana, crean un ambiente más acogedor, proporcionando sensaciones táctiles agradables.
La entrada como umbral entre el exterior y el interior
La entrada de la casa es un lugar de transición entre el mundo caótico de la ciudad y su refugio, por lo que un ambiente acogedor al entrar ayuda a preparar la mente para el descanso. Pensar en la entrada como un verdadero portal hacia un refugio urbano significa diseñarla para ser más que un mero lugar de paso. Con pequeños ajustes, puede convertirse en una invitación a desacelerar, un recordatorio diario de que, dentro de casa, el ritmo puede ser más tranquilo, cómodo y alineado al bienestar.