Por Fiorella Martina - Ayer el clima no acompañó al Festival de Teatro, con intensas lluvia durante todo el día. Algunas obras debieron ser cambiadas de espacio, pero sin embargo, el público acompañó esas propuestas y todas las demás con el mismo entusiasmo del comienzo.
Todo lo que está a mi lado, la obra del laboratorio de teatro que tiene como protagonistas a las camas, se realizó en uno de los pasillos de la Escuela Normal y Acrobacias en juego en la Escuela "Luisa Raimondi de Barreiro". Por otro lado, la novedad del viernes fueron dos obras de danza, Dentro y Patti Smith, que se llevaron todos los aplausos.
Cae la noche tropical, basada en el libro de Manuel Puig, fue una de las más multitudinarias; la sala del Teatro Lasserre estaba llena, tanto abajo como arriba, y fue una obra muy esperada, que también generó mucha expectativa. El motivo principal fueron las actrices en escena: la gran Leonor Manso se sube al escenario con 77 años, de la mano de Eugenia Guerty y Carolina Tejada.
Esta obra tuvo una de las puestas en escena más fuertes, con una escenografía llena de plantas que simulaba lo básico de una casa a la perfección; mesas, sillas, teléfonos, timbres, estantes... en Río de Janeiro, viajamos en el tiempo hasta los años 80, y vemos a dos hermanas octogenarias que pasan el tiempo juntas y que charlan, se ríen, recuerdan y lloran, se enojan... lo más profundo de los vínculos está en ellas, en su forma de ver la vida y el pasado, en todo lo que todavía quieren hacer sin pensar en la muerte. A más de uno le debe haber evocado la vida de abuelos, bisabuelos, esa vida que se transforma en la vejez, donde ya se depende de otros, donde esa libertad que se tenía, de a poco se desdibuja, donde se suele hablar más de los muertos que de los que aún quedan...
En pos de querer hablar menos de las penas y las ausencias, entra en escena la vecina, aquella que aún es joven y disfruta de la vida plena, con sus varios altibajos y situaciones de las más cómicas. El público se la pasó entre carcajadas y aplausos; la obra está logradísima como comedia dramática, que hace reir desde la profundidad de las cosas.
Una obra que realmente se disfruta desde el principio hasta el final, pese a su larga duración.
Para finalizar, en La Máscara se realizaron dos funciones de Ha muerto un puto, teatro documental y musical que también cautivó al público.