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La Palabra
Auténtico y romántico creador
Criado en el porteño Barrio de Belgrano, la infancia le permitió conocer los primeros acordes de la guitarra con su madre María Elena. Alguna vez acompañó a Edmundo Zaldívar, a Félix Pérez Cardozo, a Eduardo Falú o se encontraba en guitarreadas con Polo Giménez, Mario Arnedo Gallo o los Hermanos Abalos. En ese rumbo del canto popular ya había comenzado a desandar el camino como autor y compositor cuando ingresó a la formación del afamado conjunto Los Cantores de Quilla Huasi en 1956. Con el grupo recorrió varias veces el país y el mundo cosechando un permanente reconocimiento. Como se lo propuso, al cumplir 30 años con “Los Quilla” se retiró para continuar con la producción discográfica. Sus obras -que él mismo reconocía habían superado el millar- fueron grabadas en varios idiomas y en muchos países se trasformaron en clásicos de la música folclórica. Algunas de esta se nombran en la poesía homenaje. Fue reconocido por importantes entidades culturales entre las que se destacan Sadaic donde participó como activo dirigente y el movimiento cultural de la Calle Angosta en San Luis. Siguen su derrotero aferrados al pentagrama como herederos de esta pasión, los hijos que con su esposa Beba llamaron Gloria, Darío y Leandra. Oscar Arturo Mazzanti, conocido artísticamente como Oscar “Cacho” Valles, falleció en la misma ciudad que lo vio nacer en la mañana del lunes 17 de marzo de 2003. No obstante, el 23 de marzo de cada almanaque cumplirá un año más. Y él fue de los que se retiró con dignidad y entereza después de haber sido 30 años impulsor de Los señores Cantores de la Casa de la Luna. Como no se cansaba de predicar en su histórica zamba: “tantas cosas nos recuerdan el pasado que es imposible olvidar lo que se quiere”. Parafraseando a José Carbajal “El Sabalero”, el pibe sigue pensando que fue “lindo haberlo vivido para poderlo contar...”. Oscar Valles, supo acaparar a su público, con su simpatía, sencillez y caballerosidad. Una gran trayectoria y digna a tal punto que aún en su ausencia sus seguidores lo tienen siempre en el recuerdo.
Raúl Alberto Vigini
Publicado en el Suplemento Cultural “La Palabra” del diario La Opinión de Rafaela (Sta. Fe) en marzo de 2003.
Tantas cosas nos recuerdan el pasado… Oscar “Cacho” Valles
La eterna serenata
Tuvo al menos un don, el de la originalidad. No suele ser común -y menos aun lo era en aquella época seguramente- que un porteño del barrio de Belgrano se orientara hacia la canción gaucha. Pero aunque muchos años después confesara que “la cabra tira al monte” para referirse al disco larga duración en el que grabó tangos propios con las guitarras de Roberto Grela y el lunfardo como referente principal, su vida estuvo signada por los ritmos nacionales y también por la canción indolatinoamericana. Cumplió su deseo de retirarse simple y entero cuando cumplió treinta años de vigencia con Los Cantores de Quilla Huasi, habiendo integrado el grupo con sus formaciones más distinguidas. Siempre su norte fue la poesía y la composición, una alternancia que le dio de vivir en el más sublime de los sentidos. Oscar Valles -de él estamos hablando- le dio al cancionero popular los títulos que más simbolizaron los momentos intensos de la historia de la música nacional en los últimos cincuenta años. Temas que fueron identificando etapas en el movimiento cultural del país adoptados por el fervor de los argentinos como himnos de plena autenticidad en la vida nacional. Lo heredan tres hijos que tienen a la expresión sonora como meta y a partir de allí dejan testimonio de una entrega íntima que necesitan llevarla a la manifestación exterior en nombre del padre. Pero también le dio la felicidad a cada fiel seguidor de su repertorio que se sintió identificado con el mensaje de amor, la copla paisajista, el sentimiento ante el dolor ajeno o el canto de paz. Era cuestión de encontrar una nueva forma de presentar un recital en el teatro, de buscar la mejor sonoridad de su requinto de doble encordado, de pergeñar el mejor arreglo para las selectas voces del conjunto de aquel momento, de lograr el color de ese sentir cuyano como si hubiera nacido en Villa Mercedes. Siempre sumó a la propuesta. No necesitó de grandes exposiciones y presencia permanente en los grandes medios. Lo suyo fue más sencillo, pero valioso. Hoy se siguen cantando y grabando sus obras. Muchas todavía no se han descubierto, es que son tantas. El 23 de marzo cumplió años porque sigue vivo aunque dejó su espacio físico el 17 de este mismo mes en 2003. La permanencia y el respeto con que se lo honra en cada lugar donde su trova es testimonio, debe tomarse como homenaje para dejar evidencia de una fructífera historia de comunión con un valor muy preciado de la humanidad: la canción. Oscar “Cacho” Valles, que sigue estando en cada escenario de la extensa vida cultural de los argentinos fue protagonista como pocos de una eterna serenata. La que le sigue dando gratos momentos a los que saben elegir a quién escuchar. Por tanta permanencia y buen legado... algo habrá hecho.
Raúl Alberto Vigini - Suplemento Cultural “La Palabra” Nº 507 - Sábado 25 de marzo de 2006