Por Roberto Actis
"Cada vez que hay una elección están con la economía y los escándalos". La frase, directa y sin rebusques, fue pronunciada por la presidenta Cristina Fernández, esta semana durante una de sus habituales apariciones públicas, en las cuales suele referirse a un amplio abanico de temas invariablemente laudatorios hacia las bondades de su gobierno, a lo bien que estamos, lo excelente que anda todo, y de paso, también lanzar dardos a quienes considera sus enemigos, aunque habiendo dejado de endilgarles el agregado de destituyentes, golpistas y todos esos calificativos que, por exceso de uso, no sólo perdieron impacto sino que quedaron muy desactualizados. Con cronología más precisa, lo dicho fue en ocasión de salir al ruedo para asegurar que "para devaluar tendrán que esperar a otro gobierno".
En cuanto a la devaluación quedaría mucho por decir, pues aún cuando técnicamente no pueda calificarse de esa manera, cabe preguntarse ¿qué es entonces esta vertiginosa emisión de pesos con la que se está empapelando al país? Mientras haya 30% de inflación no hay economía que pueda funcionar, menos cuando se la trata de remediar con parche sobre parche. Lo que se resuelve hoy, tal vez no sirva mañana, con una falta de previsibilidad absoluta. Hace un año había que pesificar toda la economía, hoy de a poco se vuelve al dólar, al menos con el intento para operaciones inmobiliarias. Que el dólar haya emprendido una carrera alocada es producto de la falta de credibilidad de la gente en el gobierno, no hay que darle demasiadas vueltas. Con un panorama tal, pedir que no haya preocupación por la economía es una aspiración ilusoria. Tal vez sería bueno, como se lo pidió Moyano, que la Presidenta se llegue a un súper con un carrito y 100 pesos en el monedero para ver qué compra. Ahí comprobaría cómo hacer para comer con 6 pesos por día. Eso valdría muchísimo más que los informes del quinteto que pone la cara por la economía, aunque dificilmente tome alguna decisión sin el OK de la jefa suprema, pues de eso se trata.
El domingo pasado, casualmente, aludimos al equipo conformado por Lorenzino -el que se quiere ir-, Kicillof, Moreno, Marcó del Pont y Echegaray, como los que deben hacerse cargo de este desbarajuste que es la economía, y justo esta semana debieron salir dos veces a poner la cara todos juntos, por primera vez. Verlos, por una cuestión de años, nos trajo a la memoria aquellos recordados humoristas "Los cinco grandes del buen humor" -aunque luego algunas menciones le quitaron originalidad-, pero de todos modos hacemos la referencia, aunque en realidad más que humorística la cosa sea un drama.
En cuanto a los escándalos, que según la presidenta Fernández llegan por la cercanía de las elecciones. ¿Quién da lugar para que se produzcan? Las bolsas de dinero, la asociación de la familia Kirchner con testaferros como Báez, Cristóbal López y otros varios que se hicieron multi millonarios en pocos años. ¿No es verdad y se trata sólo de una cuestión electoral? Pues qué sencillo sería entonces salir a aclararlo, como corresponde. Una verdadera tranquilidad que todos los argentinos nos merecemos, nos volvería el alma al cuerpo si todo fuese una patraña. Por ejemplo, ¡qué mejor salir a mostrar que en la casa de El Calafate no existe ninguna bóveda!, que todas esas mansiones y grandes empresas fueron ganadas legítimamente. Que los terrenos fiscales que se compraron a 6,50 pesos el metro y luego se vendieron por millones de dólares fue toda una gran mentira. Que De Vido no cobró nunca ninguna coima. Que Fariña, Elaskar y "el" Rossi son perejiles que nunca tuvieron contacto con el núcleo kirchnerista. ¡Qué tranquilidad nos darían!
Pero en lugar de aclarar, como haría cualquier inocente injustamente acusado, ¿qué hacen? Pues se reforma la justicia cuestión que no haya más ningún tropiezo en tribunales. ¿Qué juez resolvería un fallo o qué fiscal haría una investigación, si al instante lo pueden rajar de un plumazo? Y por si fuera poco, se dispone un enorme y grandioso blanqueo de dólares, como para que nadie luego tenga más problemas con estas acusaciones de lavado. Imposible pensar que pequeños ahorristas vayan a darle sus dólares al gobierno, con la promesa de devolvérselos en 2016, para colmo, cuando muy posiblemente haya otro gobierno. Es algo para los peces gordos, los que tienen problemas serios, como ahora.
Que las leyes y medidas se vayan haciendo para que un traje calce a medida, es algo que no deseamos suponer, aunque los hechos así lo respalden.
Toda la expectativa queda ahora puesta en la Corte, que será la que deberá resolver sobre la inconstitucionalidad -manifiesta por otra parte- de estas reformas que se introdujeron en la Justicia so pretexto de "democratizarla" cuando en realidad lo que se busca es someterla. Tener un poder judicial al estilo Oyarbide, Gils Carbó o la más reciente expresión de Casanello.
Mientras tanto, el "vamos por todo" sigue adelante. Ahora el objetivo es quedarse con Papel Prensa, luego de tantos intentos frustrados. Controlar el papel que usan los diarios no alineados.
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