Por Dr. Jorge Nihoul
Con motivo de haberse establecido en la provincia de Santa Fe un nuevo régimen de asignación del apellido, es decir la potestad de inscribir a los hijos con el apellido de la madre o del padre según acuerden los progenitores o, caso contrario, recurrir a sorteo, bien cabe hacer el siguiente aporte de carácter científico.
Si el machismo patriarcal significó una discriminación de la mujer, el apellido por elección o por sorteo significa una especial discriminación de la biología: un menoscabo del rol determinante del proceso gestante en el punto donde la mujer es principal protagonista, comenzando desde la prioridad filogenética del óvulo pasando por la gestación y el parto, el amamantamiento y demás cuidados, incluida la dotación del habla (lengua materna) además de tener en cuenta que el cerebro de la mujer gestante desarrolla especiales aptitudes de atención y de afecto destinados a los cuidados del bebé, todo así dispuesto por obra de una proteína que obliga a la madre a sentir especial apego por su hijo durante por lo menos veintisiete años.
Por esta razón, una madre sólo puede matar a un hijo sufriendo un estado de enajenación mental. Por lo demás, el amor a los hijos se prolonga durante toda la vida de la madre desde la vivencia cerebral consciente de naturaleza propiamente humana y no ya desde la imprimación de orden puramente biológico animal. El muy importante rol de abuela demuestra que la mayor aptitud de la mujer es su capacidad de amar. El papel de la suegra también es una especialidad de la mujer.
La mencionada proteína es transmitida por el espermatozoide. Es como si el hombre, después del acto sexual, le dijera a la mujer: ' hazte cargo del cuidado del bebé, yo ya hice lo mío' (egocéntricamente muchas veces). Además ocurre que el cerebro del progenitor no participa mejorando su capacidad cognitiva, solamente en algunos casos puede acaecer un descenso de la testosterona y de la dopamina junto con un aumento de la prolactina días antes y después del parto: el llamado 'período de incubación'. Ese cambio hormonal produce pérdida del deseo sexual. Es como si Natura le dijera: vos ya no eres necesario, pero mejor sería que vayas a trabajar, los hijos no vienen con un pan bajo el brazo ni es muy digno esperar la ayuda de los planes asistenciales.
Así entonces, tenemos un hombre que muchas veces se negará a pagar la cuota alimentaria o no reconocerá su paternidad. También es importante destacar que el hombre apenas colabora con el núcleo de una pequeñísima célula mientras el óvulo de la mujer lo hace con el núcleo y el citoplasma, parte esta última imprescindible por el hecho de contener unos propios ADN indispensables para la consumación del acto fecundante y su posterior desarrollo.
Además de todo esto dicho sobre el rol prioritario de la mujer bien puede observarse que el cromosoma X es portador de 3.000 genes mientras el Y apenas posee 50; según otros genetistas las cifras serían 1.150 a 54. Pero lo más notable es el hecho de que para generar una nueva vida siempre es necesario el cromosoma X mientras el cromosoma masculino no lo es. Por eso sucede que el varón es portador de XY cromosomas, mientras la mujer es XX. Y más aún, con dos óvulos, pertenecientes uno y otro a mujeres diferentes, es posible clonar a una mujer pero con dos espermatozoides no es posible clonar a un varón.
Además el cromosoma X es cronológicamente anterior al cromosoma Y que recién aparece dentro del proceso reproductivo millones de años después. Es decir que la base de la vida está en el cromosoma X. Por lo tanto bien puede decirse que primero fue Eva y después apareció Adán. Así también podría llegar a existir una humanidad sin hombres. En este caso también sería posible que en ausencia del predomino de la mandante testosterona existieran menos guerras y destrucción: el amor maternal, la oxitocina, no ya la testosterona tutelaría un nuevo orden mundial.
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