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Notas de Opinión Miércoles 8 de Mayo de 2013

Cuando el amor viene

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Claudia Garrido Luque

Por Claudia Garrido Luque


Quién no ha estado andando una vez en su vida en busca del amor de su vida? Cada uno conoce este sentimiento naciente del deseo hacia el amor, cercanía, ternura y seguridad cuando en la primavera despierten las flores y árboles, los seres humanos afluyen después de la oscuridad y del frío del invierno a las calles para absorber la luz del sol y el olor de la época despertando. Seguramente cada uno de nosotros ya ha vivido tal primavera, algunos también varias veces y otros la siguen viviendo, siguen buscando el amor, al hombre con quien deben compartir este amor. Pero si hay para cada ser humano en este mundo una pareja del alma, con quien uno puede compartir exactamente este amor, por qué entonces existen tantos solteros?. En que faltan todos estos hombres que están solos durante su busca de la gran suerte? Está el momento en que buscan el amor demasiado pequeño o quizás está fijada la imaginación de una futura pareja demasiadamente ideal? Hasta hace poco también yo fui parte de estos seres humanos a la búsqueda, sentí desde muchos años en cada primavera el deseo en mi interior de querer tener de nuevo una pareja a mi lado. Por qué no era capaz de encontrar a alguien, a pesar de que a menudo me dijeron que era una mujer atractiva, que los hombres tuvieron que perseguirme, era una enigma para mí. Hace cuatro meses entonces, he enterrado este deseo de querer tener un hombre a mi lado con quien se pueda repartir todo. Me he decidido muy concientemente a despedir este pensamiento y he empezado a andar mi camino a partir de este momento sólo conmigo exclusivamente, por decirlo así, de la mano con mi alma, he empezado a regalarme la atención que anteriormente había puesto en este gran deseo por una pareja. Y contrariamente a la espera, que quizás me podría costar mucho soltar a esta persona imaginaria, me salió fácil andar mi camino conmigo misma, ya no ajustar todo a una posible pareja y hacer las cosas de una manera como yo misma las sentí correctas y buenas, utilizar mi tiempo para mí misma. Rápidamente me acostumbré a este nuevo estado en mi vida y empecé a gozarla profundamente de mi corazón, en fin, aún ya no me podía imaginar jamás haber llevado este gran deseo por una persona en mi lado. Y justamente en este momento lo he pasado. En el momento, en que menos lo hubiera esperado me crucé con él, el hombre, con quien me puedo imaginar el futuro en imágenes coloridos. Y el tiene un aspecto totalmente diferente a lo que jamás me había imaginado, me regala más amor que en mis sueños arrojados y enriquece mi vida de una nueva manera desconocida para la que hace cinco meses todavía no hubiera estado dispuesta porque mi cabeza había creado una imaginación de lo que el amor y el hombre a mi lado tuvieron que ser para mí. Sólo cuando había soltado todo, cuando los pensamientos y deseos se callaron, era capaz de reconocer lo esencial. Y en este momento entendí la famosa frase de Antoine de Saint-Exupéry que sólo con el corazón se ve bien, y lo esencial permanece invisible a los ojos. Había abierto mi corazón en el momento, en que soltaba a la mente y sus deseos. Mi único error en el pasado fue ceder a la mente del poder. El corazón, sin embargo, no piensa, siente. Y este sentimiento se llama amor. Ahora está, completamente sin utilizar la mente.

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