Por Juan Carlos Fessia
Desde que existió la moneda como sistema de cambio, en reemplazo del trueque, las economías del planeta dieron paso a un mayor grado de desigualdades. En principio se pensó que esta forma de pago sería más razonable e equitativa en el libre cambio de los productos.
Las capacidades de unos y la ignorancia de otros en el uso de este modelo, fueron generando diferencias cada vez mayores, dando comienzo a la explotación de los más poderosos sobre los más débiles. A partir de la revolución industrial, con el invento de las máquinas se fueron generando las posibilidades de producir más y mejor.
Los países más adelantados determinaron en principio el comercio generado por una mayor entrega de productos a partir del esfuerzo del trabajo y la tecnología adquirida, esto permitiría un sustento generalizado en las poblaciones.
Muchos factores no se tuvieron en cuenta y las desigualdades sociales generadas por una competencia desproporcionada y desleal, fueron el producto de la formación de las riquezas en unos pocos y la incertidumbre y la miseria en muchos. El capital y el trabajo dieron lugar a las luchas de clases sociales, cada cual pretendiendo compensar sus valores obtenidos, por algo más valedero en función de sus creatividades y esfuerzos.
Este desparejo andar de la economía llevó a que surgieran libres pensadores, con nuevas teorías que daban relevancia al destino más equitativo de las ganancias, haciendo ver que la plusvalía generada debía ser redistribuida a favor de las fuerzas del trabajo.
Por un lado se pretendía que el mercado debía ser ordenado por el capital privado, mediante el sistema de la libre empresa y otros determinaron que el estado debía ser el único ordenador de la economía, bajo un sistema de colectivismo social.
Estas tendencias tan distantes una de otra, por sus implicancias sociales y políticas se las denominó en sentido figurado, de derecha y de izquierda o de conservadores y liberales. Los países optaron por una u otro sistema dividiendo el planeta bajo dos opciones firmemente marcadas, capitalismo y comunismo. Aquellos otros que no estaban convencidos por las falencias de ambos sistemas, optaron por una tercera posición, denominados los países tercermundistas.
Los dos primeros haciendo uso de sus poderes de geopolíticas bélicas y económicas optaron por neutralizar a los terceros, dando lugar a un desequilibrio mayor aún. Fomentaron y dieron lugar a lo que se llamó “La guerra fría”.
Unidos a su protocolo bélico, surgió una nueva expresión global, occidente y oriente, o los países del este y del oeste.
Nadie parecía poner un freno a los intereses ideológicos y económicos y todo iba camino al holocausto nuclear.
En un acuerdo diplomático, obligados por las tensiones y el dominio de uno u otro lado, el este pierde su espacio de dominio y el oeste surge e inventa tiempo más tarde lo que se denominó “la globalización”, el mundo unipolar. Este hecho genera un desorden general y lo que parecía ser una solución se transforma en un caos económico para todos.
Luego de más de 20 años de globalización, se generó “la plutocracia”, las empresas multinacionales (los ricos) se apoderaron de las riquezas de los países emergentes y más desprotegidos y provocaron la multiplicación de las miserias en los pueblos y no solo afecto a los países del tercer mundo, sino que dentro de ellos mismos, también sufrieron este aluvión de ambiciones desmedidas.
Hoy Francia, España, Italia, Grecia, Portugal, Polonia, Hungría, Ucrania, Alemania, Inglaterra y también EE. UU. entre tantos otros, sufren movilizaciones sociales organizadas para tratar de solucionar sus problemas de “pan, trabajo y techo”.
Concluyendo, las conductas humanas deben bregar por lograr un consenso de unidad y solidaridad, para que los recursos naturales y tecnológicos puedan ser distribuidos para el beneficio de todos, esto permite la creación de un mundo multipolar.
El Grupo BRICS y los países del tercer mundo, casi las tres cuarta parte de la población del planeta están encaminados a lograr este objetivo y de ser posible surgirá una nueva esperanza para la comunidad internacional.
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