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Notas de Opinión Lunes 14 de Marzo de 2011

El albatros Vargas Llosa

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José Gabriel Ceballos (*)

Por José Gabriel Ceballos (*)

Cuenta Charles Baudelaire que “Por divertirse a veces suelen los marineros/ cazar a los albatros, aves de envergadura,/ que siguen, en su rumbo indolentes viajeros,/al barco que se mece sobre la amarga hondura.” En resumen: que el albatros, un bicho nacido para los más altos, largos y bellos viajes aéreos por el gran tamaño de sus alas, en el suelo se convierte en el ser más indefenso pues justamente sus enormes alas, que le permiten un vuelo incomparablemente majestuoso, le impiden caminar o poco menos. Entonces los marineros se burlan cruelmente de ese “señor de las nubes”, de su torpeza pedestre.

El episodio Vargas Llosa vs. oficialismo vernáculo, respecto al discurso inaugural de la próxima feria del libro de Buenos Aires, me trajo a la memoria ese poema de Baudelaire. Es que a este albatros, Vargas Llosa, lo quisieron enfrentar en pleno vuelo, donde el poder de sus alas lo hace demasiado poderoso para sus perseguidores: esa fue la falla de los llamados intelectuales kirchneristas. No lo agarraron en el suelo; quisieron agarrarlo en su actividad de intelectual consagrado mundialmente, como premio Nobel de literatura, y vedarle el libre paso por una parcela de sus alturas naturales: uno de los principales acontecimientos literarios del mundo. ¿Cómo hubiese podido resultar exitosa semejante estupidez? Es como si una bandada de chingolitos quisiera alcanzar y agredir a un albatros a cielo abierto.

Una antítesis de esta anécdota la tuvimos hace poco a nivel nacional. Uno de nuestros mayores albatros tuvo la mala idea de presentar pelea en el territorio de la política (digamos: no el piso, más bien el subsuelo para un intelectual de tal valía). Así le fue. Los chingolitos lo acribillaron a picotazos. Hablo, claro, del maestro Abel Posse y de su tristemente fugaz experiencia como ministro porteño. Le pasó al mismo Vargas Llosa cuando se candidateó a presidente peruano: ¡flor de paliza recibió del chingolito Fujimori!

Pero esta vez la pelea fue en el hábitat del albatros, y los chingolitos todavía están revolcándose en el polvo. Jadeantes, lacrimosos y patéticos. No les valió ninguna estrategia post-porrazo para mostrar cierta elegancia en la derrota. Ni el argumento de que el albatros “puede” venir siempre que acá describa un vuelo acorde con sus apetencias (la de los chingolitos), es decir, no hablar de política argentina. Ni las disquisiciones de mi ex amigo Mempo Giardinelli de que el albatros “puede” venir y volar como quiera pero se debe tener en cuenta de que todo es una trampa política de los organizadores de la feria del libro. Ni siquiera la carta de la Presidente al director de la Biblioteca Nacional “pidiéndole que retire” el intento de censura a los organizadores de la feria. A ver: el albatros simplemente “puede” y punto, nadie le va a condicionar el vuelo a un albatros. Y una vez acá volará como se le antoje, que para eso es albatros, les guste o no a terceros: hablará de literatura, de política, de arte culinario, de lo que desee, sin perjuicio de que después sus damnificados le contesten lo que crean conveniente. Y no hubo ninguna “trampita política”: simplemente los libreros y editores que organizan una feria literaria lo invitaron a inaugurarla porque eso multiplicará los réditos de la feria (de prestigio y desde luego los económicos) a niveles que no alcanzarían los discursos de todos los “intelectuales” kirchneristas juntos, y están en su derecho, porque la criatura (la feria) es suya, producto de su esfuerzo. Y en cuanto a la carta de la Presidente a ese señor cuyo nombre siempre se me olvida, el director de la Biblioteca Nacional, es otro papelón. Un presidente republicano que se precie no “pide” a un funcionario suyo de la cultura que retire una carta semejante, simplemente lo echa por fascista censurador, máxime tratándose de ese cargo.

En definitiva: los muchachos K van a tener que bancarse a Vargas Llosa bien calladitos, por muy emperifollados y perfumados o empatotados que vayan o no vayan (da lo mismo).

El tema sirve para reflexionar sobre el rol del intelectual en la sociedad y sobre la relaciones entre los intelectuales y el poder. Claro que ello ameritaría un comentario con mucho más espacio, pero no quiero perderme la oportunidad de resumir esta idea básica: el primer rol social del intelectual es hacerse albatros, es decir: ejercitar la musculatura de sus alas (las de su talento, las de su creatividad y su lucidez) hasta ese punto; el segundo rol es volar con toda la fuerza de sus alas; el tercero es evitar descender demasiado, porque abajo los chingolitos le pueden hacer mucho daño. Con eso basta. Con eso es suficiente para que su trabajo se constituya en un aporte valioso para la sociedad.


(*) José Gabriel Ceballos nació en 1995 y vive en Alvear, provincia de Corrientes. Publicó una decena de libros de cuentos, dos novelas cortas y una novela, "Víspera negra". Obtuvo en San José, Costa Rica, el premio Educa de Narrativa. En España, los premios "Alberto Lista", de relato (Sevilla), "Ciudad de Alcalá", de narrativa, el Accésit del premio "Gabriel Sijé", de novela corta (en Alicante) y el "XIX Premio Tiflos", de cuento, convocado por la Organización Nacional de Ciegos Españoles.

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