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Notas de Opinión Miércoles 30 de Abril de 2014

El derrame y otros cuentos

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Vicente R. Ceballos

Por Vicente R. Ceballos

El derrame y otros cuentos


La gente con memoria recordará aquella historia del “derrame” de la copa de la riqueza reunida sobre los que, al pie del continente de cristal, recibirían su parte del excedente a distribuir como retribución al esfuerzo entregado a la Patria, tal como declaraban los grupís de la época menemista. Recordará también que la alegoría resultó ser un vulgar cuento del tío: nada de lo adelantado ocurrió porque los portadores de la copa simplemente la agrandaron a la medida de sus pretensiones, que no eran modestas. No sólo eso, a su tiempo bajaron las facturas a pagar que dejó el operativo “transformación”, un débito derramado, eso sí, sobre creyentes y ateos cuyo futuro quedó condicionado por la obligación que le pasaron los muchachos de la historia escrita en los noventa, encabezados por el histriónico dúo Menem-Cavallo. Obra y gracia del movimiento que catapultó al poder a los conservadores que arrinconara en los ’40.

Es así, les guste o no a los cofrades que aplauden hoy lo que, bien visto con ojo imparcial, no es sino la tercera etapa de un plan que tuvo en el gobierno de la junta militar puntapié fundamental, esto es, el auspicio de la política económica de Martínez de Hoz. En rigor, el cambio prometido y los beneficios que lo acompañarían se redujeron a los términos de la práctica consistente en “tirarles algo a los pobres para que voten por el capitalismo”, al decir de un gurú de la city porteña en los días del desguace del Estado y el reinado de la coima y los negociados al calor de la corrupción instalada.

En esencia, nada ha cambiado desde entonces, excepto guión, escenografía, parlanchines y comparsa. Es el mismo cuento y los mismos curros. Y el mismo final con más deuda y bonos a pagar. La liberación de la economía –actual versión teñida de izquierdosa-- a las fuerzas del mercado todopoderoso, así como el paralelo apartamiento del Estado de funciones primordiales, produjeron efectos que explican por demás la profunda decadencia reinante. Básicamente, crisis moral, favorecida por el abarcador desconcierto político y la ausencia de ánimo reparador en un cuadro de desvergüenzas seriadas.

El delito consumado en las alturas no purga ni paga impuestos lo mal habido, sí lo hace el ofendido ciudadano, obligado aportante al orden depredador que no rinde cuentas. La farsa montada da frutos amargos Por ejemplo, los miles de millones de dólares ingresados por exportaciones de granos (el 80% por las multinacionales) literalmente se esfumaron (*). No quedó una obra de envergadura, y algún emprendimiento social con pretensiones (caso de las viviendas de Sueños Compartidos) terminó en el irresuelto escándalo conocido como es de práctica corriente, la investigación duerme en un cajón del juzgado a cargo. Una eventual alteración del ordenamiento vigente es corregida con el desplazamiento del funcionario curioso. Es el método empleado a contrapelo de lo establecido constitucionalmente, tan burlada la norma como despreciado el juramento de observarla.

Así pues, era inevitable el descenso a los infiernos. Sin plata y endeudados, libres los ladrones y millones condenados sin remedio a poner el cuero a lo que viene, que será todo lo duro que las evidencias anticipan. El ajuste en marcha (sinceramiento tarifario, recortes de los subsidios, etc.) conforma al FMI, al que el ministro de la zurda concurrió sin resultado en busca de comprensión y ayuda, pero abre internamente un frente de conflictos que previsiblemente se agudizarán por el peso de las medidas y el desorden político. Otra vez la arbitrariedad y la soberbia del poder descargando sobre el pueblo el producto de sus excesos.

En resumen, un capítulo más de una historia de frustraciones que lleva décadas de pérdidas cuantiosas y retrocesos sin fin sobre los que invariablemente se aplica el mismo sello de páguese y archívese. Todo se borra y olvida en poco tiempo. Como ocurrió con el período menemista. Hoy, ante la contundencia de los hechos se reitera la estrategia y, por supuesto, no faltan redentores, como en el ’89 y en el 2003. Ya están en el ruedo para enfrentar la reconstrucción de lo que contribuyeron a derribar en la República atropellada impunemente. La cuestión de fondo no es lo que le suceda a la Nación en su conjunto sino a los responsables de la crisis. No les faltará letra para armar otro cuento.


(*) – En relación con la soja, la recaudación del Estado nacional por la exportación de la oleaginosa de las cinco campañas del período 2007/08 - 2011/12 fue de u$s 53.840.041.336 millones. Total conformado por: u$s 39.890.572.746 de retenciones y u$s 13.958.468.590 de otros impuestos. (Fuente: CRA – CARTEZ Confederación de Asoc. Rurales de la Tercera Zona, con datos del MAGYP). 


VICENTE R. CEBALLOS

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