Por Roberto Actis
Lo acostumbrado en los discursos de los actos patrios, es escuchar contenidos ajustados a las circunstancias, sobre los patriotas de entonces, protagonistas de la época en que se desarrollaron nuestras bases como nación, el ejemplo dejado, el valor, el desinterés personal volcado en favor del común, y toda esa serie de conceptos estabilizados y frases hechas con las que se pretende enaltecer un tiempo, aunque también haya tenido sus flaquezas y deslices. No tan divulgados, menos tomados como sostén de un discurso, pero que en realidad los hubo.
No es en cambio frecuente, como sucedió el miércoles pasado en el acto central de la Provincia recordando la Independencia, que tuvo lugar en nuestra ciudad, que tras algunas breves referencias históricas, la droga se convierta en el eje central de uno de los discursos. Fue el del intendente Castellano, que frente a todas las autoridades provinciales encabezadas por el gobernador Bonfatti, acompañado por sus ministros, entre ellos el de seguridad Raúl Lamberto y también el presidente de la Corte Rafael Gutiérrez -casi todos los que deben hacerse cargo- planteó cruda y descarnadamente el problema de la droga, al que ubicó como la mayor amenaza que pende sobre nuestra propia independencia. Así de simple, claro y contundente, sin medias tintas ni necesidad de interpretaciones, como debe ser.
Justamente esto de la droga, que tiene además una directa relación con la inseguridad, Castellano lo tiene entre ceja y ceja, y así lo viene machacando durante los dos años y medio de gestión. Claro que esta lucha, que es gigantesca, para tener una perspectiva positiva requiere del esfuerzo de absolutamente todos, sin fisuras, y de ese modo fue planteado, sin intenciones denunciantes ni evasivas de responsabilidades propias.
Tras cartón, y en el cierre, Bonfatti luego de leer su discurso ajustado a las circunstancias de la fecha y la conmemoración, también asumió la espontaneidad para plegarse a los dichos del Intendente. Hizo pública su absoluta coincidencia, instando a la recuperación de la familia como célula básica de la sociedad, de los valores y de las instituciones, que son en definitiva las que nos fortalecen.
Si bien la droga excede todos los límites imaginados, aun cuando la referencia de Castellano no dejó de citarlo, el enfoque central estuvo en la propia patria chica, esa que vivimos y recorremos todos los días, que necesita del esfuerzo propio. "Hoy existe miedo de ocupar los espacios públicos, miedo a salir", fue una de las contundentes y sintéticas definiciones, pero ajustada a la realidad, "la droga ya no es sólo una amenaza para las grandes ciudades", quedando a la vista que se ha extendido hacia las cuatro latitudes.
No se trata de una lucha contra molinos de viento, sino de algo palpable, que nos golpea cada jornada. Que requiere de todos, de un aporte amplio y un desprendimiento de intereses, tantas veces mezquinos. Que nadie busque quedarse con el rédito, debe ser de todos, pues no es esta una cruzada para colgarse medallas, ni para estar pensando en elecciones. Quien así lo haga, o lo sienta, entonces sería mucho más útil no entorpeciendo, como hubo tantos casos de distraídos en estos tiempos, o bien de otros que declamaron mucho pero al momento de la acción hicieron poco.
Es cierto que sin consumo no hay narcotráfico, pero la debilidad humana es enorme y muchas veces sucumbe frente a las dificultades. La droga primero pone de rodillas y luego asesta un garrotazo en la nuca. Los expuestos necesitan de asistencia, de una ayuda sin claudicaciones ni condicionamientos, como se trata de canalizarla, aunque insuficiente. Volcar recursos para la recuperación es esencial, tanto como en la prevención, que es un área muy desprotegida.
Pero donde en realidad está el foco de la cuestión es en el narcotráfico y comercialización. Es verdad que somos parte de una región muy expuesta por el corredor de la droga que es la ruta 34 y que las perforaciones de la seguridad son muchas, pero la lucha hay que darla. Con recursos, equipamientos, personal y lo que es decididamente importante, coordinación entre todas las fuerzas públicas.
Que cada uno se ocupe de lo suyo, eso significará un gran aporte para el avance al que se aspira en esta dificilísima confrontación contra la droga. Las "decisiones políticas fuertes" son las que están faltando, tal como lo reclamó Castellano. Con sólo reemplazar un jefe de Drogas por otro no alcanza. Sin exageración, la droga pone en jaque a nuestra independencia de 198 años. No es poco.
Que esta unidad surgida en el plano del fútbol, que hizo un amplio teñido de celeste y blanco sin diferencias, sea el comienzo. Y toda la suerte para esta tarde en Río.
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