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Notas de Opinión Domingo 4 de Noviembre de 2012

La bolsa de Felisa

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Fue ministra de Economía de la nación y manejó las finanzas del país durante varios años, aunque bueno, esto último sea más una forma de decir que la realidad, pues desempeñó el cargo durante la presidencia de Néstor Kirchner y bastante conocido es quien decidía entonces el destino de hasta el último peso. Pero al menos digamos entonces que puso la cara, y que antes había tenido a su cargo el banco Nación. Tareas realmente importantes, al menos desde las chapas. De Felisa Miceli se trata. Hoy está en el banquillo de los acusados, debiendo rendir cuentas por aquél paquete con miles de pesos, dólares y euros que fue encontrado por la policía durante una inspección de rutina en el baño de su despacho. Y del cual entonces no pudo dar explicaciones, cayendo en una maraña de mentiras -primero que era de ella, luego que se lo había dado un hermano, después cambió de hermano, que lo había sacado de una financiera pero resulta que los fajos tenían el sello del Banco Central- que culminaron con su renuncia. No digamos en el ostracismo y soledad, pues continuó ligada al kirchnerismo, últimamente conchavada para el manejo de las turbias finanzas de las Madres de Plaza de Mayo, calificativo más que bien ganado después de destaparse la olla con el enriquecido Schoklender, quien de paso -pese a todo- goza de plena libertad. 

Más extraño que la bolsa con dinero cuyo origen aún no fue develado ahora, fue la requisa policial en el baño de una ministra, justo de un gobierno que estuvo férreamente empeñado en desarticular todos los controles. En realidad, fue un simple olvido en levantar esa disposición de revisar las dependencias del Ministerio de Economía, que venía desde la época de la dictadura militar, cuando existía la posibilidad de atentados. Como nadie dio orden en contrario, la policía todas las mañana continuó revisando el lugar, aún cuando ya habían pasado varios gobiernos democráticos. Hasta que ¡zas! apareció la bolsa repleta de dinero que armó un revuelo de aquellos, significando el final de doña Felisa como ministra y ahora, varios años después y cuando pocos suponían se llegaría a esta instancia, sometida a juicio. Lo que no deja de ser un dolor de cabeza, pues en la por cierto muy hipotética -para nosotros lejana- posibilidad de ser declarada culpable, habrá muchas cosas oscuras que pueden quedar en claro. 

Hasta ahora lo único que dijo la ex ministra Miceli, adoptando una actitud de zombie, fue: "soy inocente". Y tras cartón se negó a declarar. Cuando uno es inocente en serio, sin vueltas, qué mejor oportunidad tiene de probarlo cuando se presenta una ocasión de esta naturaleza.  Alguien con dignididad hasta exigiría la ocasión de poder aclararlo y salvar su honor. Es como para hablar hasta por los codos y contar con lujo de detalles. En cambio, con un estilo que puso en boga el vice y también ocupante de ese mismo sillón del Palacio de Hacienda Amado Boudou, sólo proclamar inocencia y no aclarar absolutamente nada, al menos para el que mira de afuera, es una clara presunción de participación y responsabilidad.

Cuentan los cronistas judiciales que la situación de Miceli está complicada. No prejuzguemos, pero del modo que anda la justicia y con las presiones, en algunos casos convertidas en verdaderas persecuciones, que están teniendo los no alineados incondicionales al kirchnerismo, no habría que extrañarse que la decisión final cambie drásticamente de rumbo. Sin descartar que también podría ser inocente, aunque si así fuera ¿por qué mintió tantas veces cuando fue hallado en dinero? y hasta destruyó el acta labrada por los policías, de la cual prudentemente los uniformados, seguramente temiendo convertirse en el pato de la boda, guardaron una copia, que hoy los respalda.

En realidad, todo lo que viene dándose en torno al accionar contra la justicia con el objetivo del 7D es un verdadero espanto. No existe el más mínimo respeto, ni siquiera queda algo de pudor, en la contemplación de la institucionalidad. El "vamos por todo" está en pleno desarrollo, con el sometimiento de la prensa crítica, el arrasamiento de la justicia, y el gran objetivo de la re-reelección. Esto de Felisa, el caso Ciccone con Boudou como abanderado, Jaime y Schiavi con el tremendo negociado con los trenes, como las coimas de Skanska o la valija de Antonini Wilson, son apenas algunos obstáculos que fueron apareciendo por el camino, que no intranquilizan ni preocupan demasiado. Al menos, eso parece.

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