Por Redacción
Zygmunt Bauman, prestigioso sociólogo, sostiene que la sociedad, a la que define como la “cualidad imaginaria en la que política y poder confluyen”, es atacada en dos frentes. En tanto el poder se evapora hacia “el espacio planetario, que es dominio de los negocios extraterritoriales”, la política, dice, “se escapa hacia el espacio de las fuerzas del mercado” y de lo que llama la “política de la vida”. A la que se refiere como el espacio de los individuos “con alianzas tenues que tratan con esmero, pero con resultados prácticamente nulos, de encontrar soluciones privadas a los problemas públicos”
En la visión de Bauman, “las instituciones políticas heredadas de los tiempos en que el poder y la política estaban al nivel del estado-nación moderno, se mantienen atadas a una localidad exactamente como antes, sin la posibilidad de resistir –y ni que hablar de controlar-- las presiones de los poderes globales. De esta manera están imposibilitadas de desempeñar sus papeles tradicionales y los ceden a las fuerzas del mercado o los dejan abiertos a la iniciativa y a la responsabilidad individual”, afirma.
“El resultado final –resalta- es el sentimiento generalizado de que cada uno de nosotros está por las suyas, de que nada se gana uniendo las fuerzas, y preocuparse por una buena sociedad es una pérdida de tiempo: es el debilitamiento de la solidaridad social con la consecuente fragilidad de los lazos humanos”.
Lo que Bauman describe es el mundo que contempla, y en él, de hecho, la existencia humana, condicionada por factores de poder real dominantes en el escenario global. Perspectiva en la que adquiere dimensión sobresaliente el incierto destino de las construcciones sociales y políticas que constituyen pueblos y culturas. Sujetados a una trama colosal, la crisis que conmueve hoy al mundo es reveladora de la extensión y profundidad del sustrato corrupto que domina en las relaciones de naciones e individuos, y de cuya dinámica perversa derivan dramas sociales que no encuentran respuestas válidas. Ni las obtendrán, desgraciadamente, en el marco de una realidad en la que se consuman inexorablemente tantas tragedias irreparables de nuestro tiempo, ante la indiferente mirada de un mundo empeñado en devorarse a si mismo.
En línea con el pensamiento de Bauman, Saskia Sassen, socióloga holandesa especializada en temas de globalización, señala que “el Estado-nación de la democracia liberal es una etapa”, y que “lo bueno que pudo dar está encontrando sus límites”. Agrega que “desde los años 80 hay cambios en la estructura del Poder Ejecutivo de los países, que han ido ganando poder gracias a la economía global, que lo usa como único interlocutor. Cuando se privatiza el Estado, el Poder Legislativo pierde poder, por ejemplo, poder de control”, puntualiza. (La Nación, Junio/2010). Sencillamente, la ausencia de un control efectivo facilita la discrecionalidad del Ejecutivo en toda dirección. Como es de conocimiento.
La crisis, las crisis
Todo está ligado mundialmente a la crisis omnipresente desde el 2008, cuando estalló la burbuja financiera cuyos orígenes, sin embargo, se remontaban a mucho tiempo atrás. “Lo que estamos viendo hoy en el borde del sistema –dice Sassen— es una combinación de instrumentos financieros enormemente complejos para generar brutalidades elementales”. Las monstruosas cifras de dólares y euros destinados al salvamento del sistema financiero y, por ende, de las economías centrales y su rol motriz a escala planetaria, evidencian la magnitud del proceso desencadenante de la crisis, expresada en la formulación: crédito inducido-endeudamiento irresponsable-insolvencia-ajuste despiadado-desnacionalización-concentración-sometimiento.
De ese proceso, ceñido a la lógica implacable del poder exorbitante que no reconoce limites, deviene un escenario de inquietantes signos hacia el futuro inmediato de millones de seres en todo el mundo. “Nadie en esta Tierra sabe como pagar la deuda colectiva. El porvenir de nuestra civilización choca contra un muro de deudas”, opina el filósofo alemán Peter Sloterdijk. “Todo el mundo sabe que es imposible pagar créditos hipotecarios, pero cada uno se comporta como si fuera capaz de hacerlo”, añade.
“Refundar el capitalismo”
Fue solo una expresión circunstancial de encumbrados dirigentes, entre ellos el presidente de Francia, Sarkozy. Los sucesos del 2008 estaban en plena ebullición, y George Soros, por su parte, proclamaba que “sin reglas, el capitalismo se.destruirá”. Los hechos de la actualidad dicen que nada cambió, y lo que puede venir, o ya está presente, no acuerda margen ni siquiera a un moderado optimismo. Las reglas siguen siendo las mismas. Por lo mismo, también las prácticas marginales a reglamentaciones reconocidas.
Por ejemplo, la fuga de capitales hacia los paraísos fiscales continúa siendo una sangría interminable. Según Jorge Gaggero, economista que representa a América Latina ante Tax Justice International (Justicia Fiscal Internacional), se trata de una “tendencia creciente (…) de carácter estructural”. Afirma que existe “una ingeniería financiera internacional muy aceitada a través de la opacidad y el secreto bancario que brindan los paraísos”. Indudablemente ligados a grandes bancos de los países centrales (EE.UU. y Europa).
Integridad Financiera Global (GFI), una ONG con sede en Washington, dice que un factor esencial de la actual crisis es “la falta de transparencia” del sistema financiero global “en la sombra”, expandido a todo el mundo desde los años ’60. Se trata, explica, de una estructura compuesta por paraísos fiscales, jurisdicciones con secreto financiero, corporaciones disfrazadas, cuentas fiduciarias anónimas y fundaciones ficticias, utilizada para el movimiento transfronterizo de dinero proveniente de la corrupción, delitos y evasión fiscal. El GFI ha estimado que alrededor de 6,5 billones de dólares de los países en desarrollo se perdieron en el agujero negro de los flujos financieros ilícitos entre 2000 y 2008. Fueron a parar al mundo desarrollado y procedían de sobornos y malversaciones de funcionarios públicos (3%); comercio de drogas y crimen organizado (30-35%) y evasión fiscal comercial mediante adulteración de precios de exportaciones e importaciones (60-65%).
América Latina figura en la lista de 10 países emergentes con mayor fuga de capitales, que encabeza China: en el período citado el promedio anual del flujo ilegal fue de unos 105 mil millones de dólares, según GFI.
En resumen
Desde luego, la cuestión de la crisis y sus efectos sobre las economías del mundo permanece abierta a un mar de interrogantes para los que no hay respuesta que contenga algún grado de certeza. Es claro, sí, el origen. Tiene que ver con la avaricia especulativa despreciando todo límite ético, con la incapacidad de los mercados de regularse por si mismos, con el creciente predominio de las corporaciones transnacionales que crecen en poderío al par que disminuyen en número, todo lo cual ocurre en correlato con el debilitamiento de los estados. Contexto en el cual resalta el hecho, por otra parte reiterado en la historia, de que son los más –pobres y sectores medios- quienes terminan pagando los costos del festín de los cínicos. Eso de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.
“Más grave que asaltar un banco es fundarlo”. Bertolt Brecht en La ópera de los tres centavos.
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