Por Roberto Actis
Tal cual, después de la docena de años del kirchnerismo, donde la corrupción estuvo instalada en casi todos los ámbitos -desde los miles de millones de la obra pública que la familia Kirchner maniobró con Lázaro Báez y Cristóbal López, hasta el truchaje de las boletas en los hoteles cuando los viajes presidenciales al exterior-, lo que la gente espera del nuevo gobierno que levantó la bandera de la transparencia como uno de sus estandartes, es que todos sus integrantes no sólo sean honestos, sino que también lo parezcan, ¿se acuerdan lo de la mujer del César? Pues ni más, ni menos. Es que la sensibilidad está muy alta, también la desconfianza, y por lo tanto todo, absolutamente todo, está bajo sospecha y la atenta mirada de una lupa que usa la ciudadanía para esta clase de asuntos no lo debidamente cristalinos que deberían ser.
Se votó por honestidad como condición indispensable, luego, si son inteligentes y capaces, muchísimo mejor para todos. Hasta ahora, eso de la capacidad experimentó algunos tropezones, pero hay margen para reponerse, se pueden hacer correcciones, como se hicieron y fueron bien vistas, aunque no es cuestión de vivir corrigiendo. Sería mucho mejor, y efectivo, que se acertara de entrada.
En cuanto a la transparencia, aquí no existe la paciencia, ni mucho menos rectificaciones. Es cierto que todos tenemos pasado, y que para algunos es una mochila más pesada que para otros, pero no debe haber espacio para declinaciones. Es indispensable de la hora, ser y parecer.
Atrás quedaron algunos episodios no aclarados como se debía haber hecho, y la gente esperaba, al menos con la contundencia del caso de Fernando Niembro, a quien se lo bajó de la candidatura y a otra cosa. Claro, ¿cuántos votos podría haber sacado?
Este caso del jefe de los espías Gustavo Arribas, debió ser mucho más categórico, más habiendo sido expuesto por una investigación de Alconada Mon, cuyo prestigio es fuertemente reconocido, y por si fuera poco denunciado por la propia socia del gobierno Lilita Carrió. El hombre estaba de vacaciones en Brasil y esperó hasta concluirlas para regresar al país y comenzar a aclarar, sin demasiada convicción para parecer.
Debió estar en Buenos Aires a las pocas horas y presentar todos los papeles y documentaciones para bajarle la cortina al tema, si es que puede hacerlo de esa manera, como asegura. Dice que se puso a disposición del juez, ¿qué otra cosa podría haber hecho?, habló con la prensa, fue al juzgado y hoy entregará una declaración escrita. Es verdad que lo escrito es más prolijo, pero menos convincente que cuando se lo hace oralmente, por otra parte justificar esos 74.000 dólares que dice haber recibido por la venta de un departamento en San Pablo no es algo tan complicado de explicar, menos aún para quien tiene el título de escribano.
Dicen que Arribas tiene la protección de Macri, quien confía plenamente y por eso no lo hizo regresar de manera inmediata, entendemos que una decisión equivocada por el valor político de la transparencia, pero además, el único pronunciamiento válido es el de la Justicia, no hay otro, por más respaldo que se reciba.
Por otra parte, tal vez Arribas sea de una honestidad intachable, pero debe recordarse que sobre él existió una denuncia por lavado de dinero realizada en 2005 por el entonces diputado Mario Cafiero, por presuntas irregularidades en la transferencia de Carlos Tevez de Boca al Corinthians de Brasil, época en que Macri era presidente de Boca y Arribas intermediario en ventas de futbolistas. Con todo el destape que vino después con la FIFA, la AFA y los negocios del fútbol tanto con la TV como con las transferencias de jugadores, no se trata de ser mal pensado sospechar de quienes estuvieron inmersos en ese mundo de mafia y fútbol. Donde seguramente hubo excepciones, esperándose que este caso haya sido uno de ellos.
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