Por Roberto Actis
Está bien que cada uno maneje sus tiempos, defina sus estrategias, eso muy respetable y por sobre todas las cosas entendible, pero igualmente nos preguntamos ¿por qué habrá demorado tanto la Presidenta el anuncio de su candidatura si ya lo tenía decidido desde el 28 de octubre? ¿Se favoreció con eso? Tal vez desorientando a algunos opositores, incluso haciéndolos decir algunas insensateces como a Lilita Carrió y Duhalde, pero no mucho más que eso. En cambio la demora le jugó en contra, pues el anuncio que quizás en otras circunstancias hubiese tenido mucha mayor repercusión, no alcanzó siquiera para galvanizar en parte los escándalos de Schoklender, las Madres y de Morgado y Rachid en el INADI, destapando ollas de corrupción realmente preocupantes, que si no llegan a involucrar a funcionarios de alto nivel del gobierno nacional, especialmente en el caso de las viviendas sociales, será sólo por algunos pases mandrakianos que puede llegar a dar el juez Norberto Oyarbide, sobre quien invariablemente caen por un mediante sospechoso sistema de sorteo -según dicen- casi todas las causas relacionadas con el gobierno o sus intereses.
No alcanzó tampoco este anuncio sobre el filo del cierre sobre el ministro Amado Boudou para acompañarla en la fórmula que competirá primero en las bastante inútiles inútiles primarias del 14 de agosto, y luego en las generales del 23 de octubre. De paso, respecto a estas primarias, y el calificativo adjunto, es lo que se nos ocurre ya que nadie compite contra nadie pues son todas fórmulas exclusivas, y quienes sí podrían haberlo hecho como el peronismo disidente, se abrieron cada uno por su lado.
Ya todos en carrera hacia el 23 de octubre y sin más incógnitas por despejar, con o sin demora de Cristina, las perspectivas no sufrieron demasiadas modificaciones, casi siempre las mismas. La incertidumbre mayor consiste en ir develando si la Presidenta gana en primera vuelta, sobre lo cual parecen caer las mayores posibilidades. Las encuestas del oficialismo, sostienen el "Cristina ya ganó" con números que la ubican con varios puntos por sobre el necesario 40%, que le alcanzará para revalidar su mandato por otros cuatro años, siempre y cuando el segundo en el escrutinio no se ubique a 10 o menos puntos de diferencia. Una posición a la que nadie por ahora está ni cerca de pretenderlo.
¿Qué dicen las encuestas que muestra la oposición? Pues también le dan a Cristina amplia ventaja, aunque como para conservar la esperanza de una segunda vuelta, la ubican entre 38 y 40 puntos, con el resto muy por detrás encabezado por Ricardo Alfonsín.
Quedan cuatro meses para las elecciones, un lapso que si bien puede aportar cambios, especialmente en un escenario siempre tan proclive al desarrollo de situaciones conflictivas, es relativamente breve para que pueda haber alguna clase de cimbronazo. Si no llegó a darlo este escandaloso caso de los Schoklender, es improbable que algo de mayor envergadura que esto pueda suceder, aunque nunca se sabe.
Mientras la oposición busca acomodarse, aunque demostrando escasísima habilidad para ello, el oficialismo en cambio machaca sobre la victoria en primera vuelta, pues un pase al balotaje podría complicarle el panorama más de lo pensado. El piso de votos Cristina lo tiene, es bastante evidente, pero se está apuntando a una franja que podría asegurar el triunfo el 23 de octubre. Claro, que no todo se hace muy bien, como el acto de la Bandera en Rosario por ejemplo, transformado en una buena razón para espantar a quienes justamente rechazan las formas del gobierno, sostenidas en la imposición, la disputa, el divisionismo, es decir confrontar por sobre conciliar. La contradicción del discurso de Cristina llamando a la paz, la concordia y la unión, mientras sus militantes arreciaban en insultos y agresiones contra los que no eran del palo, quedó a la vista. Justo lo que rechaza esa franja a la que se trata de seducir.
Sobre la inflación, la falta de seguridad y la corrupción, se habla poco y nada, desoyendo los reclamos de gran parte de la gente, pero aún así a Cristina le alcanza para sostener una amplia ventaja sobre un desperdigado resto. Y aún cuando eso todavía no ha ocurrido, es muy posible que en este tiempo se moderen discursos y acciones -la ausencia de Hebe de Bonafini y Hugo Moyano en el lanzamiento de la candidatura fue una muestra-, pero ¿qué sucederá después? Siempre se ha insistido en "profundizar" el modelo, muy poco se escuchó de corregir ciertas desviaciones, varias de las cuales incluso se admiten. Lo que está bien, y como para no errarle acudiremos al caballito de batalla de la Asignación Universal y la toma de los fondos de las ex AFJP, es positivo que siga y se mejore, como muchas otras cosas, pero también hay otras que han sido negativas. El entrecruzamiento de subsidios por ejemplo, se le debe procurar solución, tal vez con una interrupción progresiva, aunque sosteniéndolos para los de escasos recursos; la notable fuga de capitales que ya lleva 65.000 millones de dólares; la falta de inversión y financiamiento con gran parte del sector productivo que está al límite de su capacidad instalada; poner en marcha una solución real para el aprovisionamiento energético, que además de la generación de electricidad incluye el petróleo y el gas, pues hemos perdido el autoabastecimiento que teníamos una década atrás.
Pero bueno, todo está por verse.
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