Por Juan Carlos Fessia
El Gobierno nacional está entrando en un camino con muchas dificultades y esto resulta ser muy preocupante para el conjunto de la comunidad, que espera un clima de estabilidad económica y social. El FMI (Fondo Monetario Internacional), le demanda un ajuste para reducir, en principio, el gasto público.
Si la estructura política, pretende continuar gobernando después del 2019, de esta forma, solo entrará en un túnel sin salida. Se pretende realizar cirugía mayor para aplacar el déficit fiscal, correspondiendo a los mandatos del FMI y su tan mentado préstamo de 50.000 millones de dólares.
Las medidas adoptadas por el Gobierno de Cambiemos han sido antipopulares, comenzando por la reforma jubilatoria de finales del año pasado -que se aprobó en el marco de masivas protestas y violentos incidentes en el Congreso-, perjudicando a gran parte de los mismos.
Ya “la pesada herencia” no le favorece como excusa o argumento de la crisis actual, sino que le genera un efecto rebote. Con sus decisiones de descargar culpas a terceros, el Gobierno nacional solo consigue generar desconfianza y el descrédito que genera, aún puede ser peor.
En el patio trasero del PRO, la Ciudad de Buenos Aires, las encuestas del gobierno presentan un saldo negativo de 4,5 puntos porcentuales, el deterioro de la imagen del Presidente también se mide en la Provincia de Buenos Aires y los guarismos dan mucho más bajo que la Gobernadora. Solo 4 de 10 consultados podrían votar una reelección en el 2019.
La agenda económica se deteriora con la marcha de la inflación estimada en un 30% -puede ser más-, el desempleo y la subocupación un 17 % y la constante suba del dólar que ya pisa los $30 y que se logró contener con la venta gradual de los U$S 15.000 millones ya entregados por el FMI como adelanto de su préstamo stand by.
En este escenario, la deuda del Estado nacional aumentó un 32% en términos reales en lo que va de la gestión del Presidente Mauricio Macri, alcanzando un récord de 335.000 millones de dólares, todo para cubrir el déficit fiscal y se presagia que la misma, seguirá aumentando.
La grieta continúa y no se aplaca motivado por todas estas medidas que afectan de lleno a los más humildes y a la clase media.
El debate presidencial de candidatos efectuado durante la campaña de 2015 pone al descubierto las falsedades vertidas por el actual gobernante para lograr un ajustado triunfo -la diferencia sobre Daniel Scioli fue inferior al 2%- y que fue acompañado por las corporaciones mediáticas, como soporte de propaganda anti – k.
A dos años y medio de aquel resultado, el deseo de renovación política se ha transformado en frustración en amplios sectores de la ciudadanía que los votó, la clase media y los más necesitados, se ven severamente castigados por las políticas tarifarias.
La Universidad Católica Argentina (UCA) en sus últimas encuestas menciona el aumento de la pobreza y el crecimiento de los sectores corporativos más adinerados, lo que refleja el aumento de la brecha entre los que menos y más tienen.
El gobierno está tratando de ganar tiempo al tiempo, el discurso vertido en Tucumán, ha sido sin luz, acompañado de esperanza, pero sin ver la realidad angustiante de nuestra sociedad.
El mismo día en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se realizó una multitudinaria manifestación, un día festivo atomizado en contra del FMI y consecuentemente hacia el accionar del gobierno, por el ajuste social.
El gobierno está teniendo problemas, con los gremios, con sectores del empresariado, con la Iglesia, con los trabajadores despedidos, con los jubilados y su dote mínima. Sin embargo “el rumbo del barco está claro”.
El efecto declamatorio de la Casa Rosada es solo eso, la economía no se regula con fe, con esperanza sino con acciones pensadas en función de la realidad que fija la coyuntura.
Toda esta situación de crisis, fomenta y produce efectos colaterales dentro del mismo gobierno, la alianza Cambiemos, está sufriendo los golpes de sus propios partidarios.
Elisa (Lilita) Carrió, expone públicamente sus diferencias con un sector del radicalismo y con todos aquellos que le generan ira, ya sean propios o extraños, lo que produce rajaduras en el conjunto de la agrupación política.
Muchos ministros “de los mejores de los últimos cincuenta años”, abandonaron el barco o los echaron por la borda, las olas de la crisis arrastró buena parte del gabinete, pero a pesar de todo el timón se mantiene firme, cueste lo que cueste.
Se trata de buscar la tan ansiada luz que deberá aparecer al final de este largo túnel de incertidumbres y de pocos aciertos.
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