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Notas de Opinión Domingo 19 de Febrero de 2017

Vivir explicando

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Esto de retroceder en las decisiones ocurre aisladamente hasta puede calificarse de positivo, bien visto por la gente, como sinónimo de admitir errores -al fin y al cabo son humanos, y sospechamos que no tan dotados de inteligencia y conocimientos como había dicho el propio Macri cuando los calificó como "un gabinete de lujo"-, pero cuando se convierte en habitual deja de serlo, pasa a ser negativo, siendo un búmeran que se vuelve en contra y golpea a quien lo arroja. Es que hoy se tienen justificadas sospechas sobre la verdadera capacidad, esencialmente política, para conducirse y tomar decisiones.

Apuntamos sólo algunas pero que son más que descriptivas: el intento de designar por decreto a Rosatti y Rosenkrantz en la Corte; el desbarajuste armado con el ajuste de las tarifas, que se hizo casi sin ton ni son; el corrimiento de los feriados, incluyendo el del 24 de marzo, sin advertir las consecuencias; la tolerancia extrema con Gómez Centurión por sus desubicadas expresiones en defensa de la dictadura, siguiendo en su cargo cuando debería haber sido echado de inmediato -por mucho menos que eso se los limpió sin contemplaciones a Prat Gay y Melconián-; las flojísimas explicaciones de Gustavo Arribas sobre los 74.000 dólares que recibió desde una cuenta en Hong Kong de la cual se pagaban las coimas de Odebrecht; esta semana el conocimiento público que se tuvo del acuerdo con el Correo de una concesión que venía litigada desde más de un década atrás, beneficiando a la familia Macri; y por si faltaba la frutilla del postre, el decreto con una nueva fórmula de ajuste para los jubilados, que les reducía unos pesos sus haberes.

Primero resuelven, firman, decretan, luego frente al error retroceden y salen a consultar. ¿No aprendieron que se debe invertir el orden? Antes consultar, estudiar, y recién entonces resolver. Se trata de cuestiones tan simples, casi infantiles, que son difíciles de digerir, incluso tropezando con algunas explicaciones que no se las cree absolutamente nadie, suponemos que ni ellos mismos. ¿Cuáles? decir por ejemplo que el presidente Macri no estaba en conocimiento del acuerdo por el Correo con el cual se beneficiaba a su familia. Si así fuera, que seguro no lo es, debería deshacerse prestamente de colaboradores tan ineficientes.

Toda esta acumulación de desaguisados, más este huracán Katrina que fue lo del Correo -caso en el que por primera vez entran en juego intereses económicos-, no sólo ponen en tela de juicio la transparencia, sino más que eso, la ética y la credibilidad, para hacerlo aún más sencillo: la confianza. Que cuando se pierde, es casi imposible de recuperar, y sino preguntar a cualquiera de los kirchneristas que se incluyen dentro del núcleo duro. O también a muchos jueces y fiscales, cuya imagen ante la gente, está un poco más abajo del piso.

Quien más se aprovecha de todas estas defecciones es el kirchnerismo, para intentar comparaciones. Que de ninguna manera son compatibles, pero muy difíciles de explicar, pues la asociación ilícita de los K fue para robarle al Estado a través de la obra pública, mientras que estos hechos del macrismo, se ubican más dentro de la impericia, imprudencia o incapacidad política si lo prefiere, y tal vez bastante de soberbia por hacer sin consultar. Muy sustancioso resultó escuchar a Margarita Stolbizer lamentarse de tener que escuchar en la Cámara al kirchnerismo hablar de corrupción como si ellos fueran marcianos, o comparando lo de ahora con lo de antes, que por cierto no es comparable. Y además, sin siquiera un legislador del macrismo que saliera a responder.

Explicaciones hubo, algunas más claras, otras bastante menos -como la del jefe de gabinete Marcos Peña-, aunque no terminaron de aclarar nada. Para la gente se acordó en beneficio a la empresa de la familia Macri y punto. Lo único que correspondía era dar marcha atrás, aunque con el riesgo que de tantas veces de hacerlo terminemos cayendo en el abismo que está a las espaldas.

Se habla mucho de diálogo, pero no se lleva mucho a la práctica que digamos. Haciéndolo se hubiesen evitado muchos dolores de cabeza. Tal vez habría que recordarles que la gente los puso en el gobierno para sacar al kirchnerismo en primer lugar, y también para hacer exactamente lo contrario en materia de transparencia, honestidad, ética y comportamiento. Tal vez el presidente Macri tendría que hacer algunas revisiones en las metodologías implementadas, cuyos resultados fueron más que dudosos.

Tanto hablan de lo decisivas que son las elecciones de medio término que habrá en octubre y después caen en estas bobadas. En realidad no se entiende, pues hacen exactamente lo contrario para que toda la oposición política y las organizaciones sociales se junten en su contra. La conclusión es sencilla, y a los hechos nos remitimos, muchos empresarios, muchos ceos, mucha experiencia en negocios, pero en política andan bastante rengos. Hasta podría decirse que hay una notoria carencia de sentido común, al menos lo del feriado, el affaire del correo y la quita a los jubilados, lo hace pensar de esa manera.

Salvo, claro está, que les agrade vivir explicando.







 

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