Por REDACCIÓN
Por José Pepe Marquínez
Se llamaba Cayetano Santos Godino y había nacido en Buenos Aires el 3 de febrero de 1896. Se lo conoció como el Petiso Orejudo dada su pequeña estatura (medía poco más de 1,50 metros) y tenía prominentes orejas en forma de alas. Sus padres, ambos calabreses se llamaban Fiore Godino y Lucía Ruffo.
Sus rasgos faciales coincidían con la Teoría de Lombroso (1) que consideraba a los rasgos físicos como raíces biológicas del criminal.
Vivió en la casa de Urquiza 1970 en Parque Patricios, típicos conventillos de la Buenos Aires de otrora, distinguidos por la precariedad, pobreza y promiscuidad.
Hijo de padre alcohólico y golpeador, se lo considera uno de los mayores sociópatas de la historia argentina.
Al Petiso Orejudo se le atribuyen cuatro crímenes aunque no se descarta que fueran más. Sus víctimas constituían niños menores a quienes él engañaba con obsequios de caramelos, generalmente.
Era un asesino serial de niños. El primer crimen fue cometido el 23 de marzo de 1906 y la víctima fue una niña de 3 años; hasta ese momento, nuestro personaje contaba con tan solo 9 años de edad.
El segundo asesinato fue cometido el 26 de enero de 1912 y Arturo Laurora fue la víctima, tenía 13 años. Lo ahorcó con una soga en una casa vacía.
El 7 de marzo de 1912 le prendió fuego al vestido de una niña de 5 años llamada Reina Bonita Vainoff. Fue ingresada al Hospital de Niños y diez días más tarde falleció.
Hacia 1908 sus padres cansados de la conducta problemática de Cayetano lo entregaron a la policía quien lo destinó a la Colonia de Menores de Marcos Paz. En libertad, su raid criminal -luego de haber realizado diversos atentados- prosiguió con el asesinato de Jesualdino Basualdo de tan solo 3 años, hecho ocurrido el 2 de diciembre de 1912. El cuerpito del niño fue hallado el mismo día de su asesinato. Godino utilizó un cordel para ahorcarlo. Advirtiendo que la víctima seguía respirando, recogió un clavo oxidado que se encontraba en el piso y con una piedra se lo martilló en el cráneo.
Este suceso ocurrió en Catamarca y 25 de Noviembre de Parque Patricios. Actualmente, allí funciona el Instituto Bernasconi escuela histórica de gran importancia arquitectónica y uno de los más bellos edificios de Buenos Aires.
Los adjetivos que se usaron para designar a este criminal fueron: bestia, hiena, monstruo, idiota, imbécil, inhumano, chacal, cobarde, repugnante, fiera, abominable.
Nuestro protagonista fue apresado, juzgado y condenado a reclusión perpetua. Se lo trasladó a la cárcel del fin del mundo en Ushuaia, Tierra del Fuego; un lugar tremendo con carencias totales, trato difamante, severo y humillante en donde los presos eran víctimas de apremios ilegales y actos vejatorios. Se decía: después de Ushuaia, la nada. El frío era atroz.
Por fin este tenebroso individuo, uno de los seres más abominables de la historia criminal argentina, falleció en la cárcel el 15 de noviembre de 1944. Su cautiverio duró 19 años.
El parte médico diagnosticó “muerte por hemorragia intestinal”. Fue provocada por sus compañeros de celda quienes le asestaron descomunal golpiza por encontrarlo autor de la muerte de un gato, mascota del pabellón que compartían. Hoy se ignora donde se encuentran los restos del lóbrego Cayetano Santos Godino alias “el Petiso Orejudo”.
(1) Cesar Lombroso, criminalista y médico italiano, fundador de la Escuela de Criminología Positiva.