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Sociales Miércoles 24 de Septiembre de 2025

Principessa Mafalda: su trágico final

Unos mil trescientos pasajeros navegaban en el barco y como dato estimativo tenemos que afirmar que el número de muertos sobrepasó los trescientos.

Agrandar imagen Transatlántico de lujo, Principessa Mafalda, que naufragara frente a las costas brasileñas.
Transatlántico de lujo, Principessa Mafalda, que naufragara frente a las costas brasileñas. Crédito: Archivo

Por José Pepe Marquínez

El 11 de octubre de 1927 partía desde Génova con rumbo a América el Principessa Mafalda, hundiéndose el 27 del mismo mes y año frente las costas de Brasil. Alrededor de las 19:00 horas comenzó el naufragio. Unos mil trescientos pasajeros navegaban en el barco y como dato estimativo tenemos que afirmar que el número de muertos sobrepasó los trescientos.

Era la nave de mayor importancia de la Compania Lloid (posteriormente Navegazioni Generale Italiana). Su destino era el transporte de personas, muchos de ellos emigrantes quienes tenía la intención de radicarse en Argentina.

El barco tenía un afamado concepto habida cuenta de sus características náuticas sobresalientes e importantes personalidades transportadas, como así también se lo contó como el precursor de la clase de lujo hacia América. A modo de ejemplo digamos que los pasajeros podían gozar de telefonía interna, mantelería y toallas de excelente nivel, delicada vajilla y el restorán contaba con un menú de excelencia.

Comenzado el naufragio y luego de haber realizado los correspondientes avisos de auxilio, los vapores Alhena, Rossetti, Formosa y Baden acudieron en su ayuda.

El barco fue construido en el astillero Fincatieri, alcanzaba una velocidad de 18 nudos, equivalentes a 33 km/hora y tenía 146 metros de eslora.

El “Principessa Mafalda” fue la gran nave de su tiempo, única capaz de unir Italia con Argentina en catorce días. El 25 de octubre de 1927 cumplía su nonagésima travesía. Su hundimiento fue una de las tragedias marinas más impresionantes que se recuerdan, ocurrida en época de paz, algo similar a lo acaecido anteriormente con el transatlántico inglés Titanic en abril de 1912.

Había partido del puerto de Génova el 11 de octubre de 1927, con 1.261 pasajeros a bordo en el que sería su último viaje.

Los últimos minutos del buque conforme la declaración de testigos, dan cuenta que a las 17 horas se sintió un fuerte golpe, comenzando las vibraciones y junto a la alta velocidad el desprendimiento de la hélice provocando que se formara un canal, el que inundó la sala de máquinas, operándose paulatinamente el hundimiento de la nave. El pánico se apoderó de los pasajeros.

Otras versiones dan cuenta que el Mafalda fue arrasado por la corriente hacia la costa y chocó contra una roca puntiaguda.

Se registraron momentos de desesperación y pánico, como una joven italiana de veintinueve años, Rosa Sambrino, quien nadaba mientras hacía esfuerzos para mantener a salvo su bebé.

Otro caso para destacar fue el de Juan Santoro, Cabo Artillero, argentino de la provincia de Buenos Aires y, además, el del Conscripto Anacleto Bernardi, oriundo de Entre Ríos, quien – según se afirma salvó a once pasajeros – pereciendo devorado por un tiburón. Bernardi estaba cumpliendo con el servicio militar y había sido premiado con un viaje alrededor del mundo. En homenaje a su heroísmo cada 25 de octubre se celebra en la Argentina el día del Conscripto Naval. Además, existe una población situada al noreste de Entre Ríos que lleva su nombre. Una calle porteña en el barrio Velez Sarfield y una placa allí mismo lo recuerda.

Otro personaje digno de ser recordado es el radiotelegrafista del barco, quien hasta último momento permaneció transmitiendo los desgarradores llamados de auxilio S.O.S.

Es de destacar la actitud negligente e irresponsable de la compañía armadora. El barco al zarpar de Génova registraba deficiencias y desgastes, situación que era conocida por la misma. Esta circunstancia está demostrada con el desprendimiento de la hélice, la que según se comprobó fue la causal del naufragio por los daños producidos al casco.

Entre la tripulación hay que mencionar al Capitán del barco Simone Gull, “viejo lobo de mar”, también por su conducta heroica, impuso el orden, el salvamento se realizó en forma serena gracias a su actitud. Las órdenes eran dadas con megáfono en mano. Se lo vio por última vez en su puente de mando mientras el barco se hundía.

El barco siniestrado lleva el nombre de la princesita Mafalda María Elisabetta Anna Romana de Saboya, segunda hija del rey Víctor Manuel III.

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