Mayo de 2025, a pocos días de un nuevo aniversario de la Revolución de 1810 frente al Cabildo, encuentra a la Argentina en un momento de inflexión. Mientras el rugido de los motores resuena desde el circuito italiano de Imola con la retorno de Franco Colapinto a la Fórmula 1, el país también experimenta un giro en su economía, con indicadores que, por primera vez en años, parecen alinearse con las expectativas de recuperación. En este escenario, el deporte y la economía se entrelazan en una narrativa de juventud, esperanza y desafíos. La política también domina la agenda no tanto por las elecciones de legisladores porteños sino porque constituyen el escenario en el que se dirime la pelea a fondo entre los espacios de centro derecha.
A sus 21 años, Franco Colapinto se convirtió en el primer piloto argentino titular en la Fórmula 1 en décadas, al ser confirmado por la escudería francesa Alpine para disputar al menos cinco Grandes Premios, aunque todos esperamos que se quede en esa butaca por muchos años. Su debut vuelve a ser en el icónico circuito de Imola -como el año pasado, aunque aquella vez a bordo de un Williams- reemplazando al australiano Jack Doohan, quien no logró sumar puntos en las primeras seis carreras de la temporada.
Colapinto ya había demostrado condiciones en la F2 y como piloto de reserva tanto en Williams como en Alpine. Su octavo puesto en Azerbaiyán, en el 2024, fue un aviso de lo que podía ofrecer. Hoy, su ascenso es más que un logro personal: representa la materialización del talento argentino en un escenario global, y en un deporte históricamente reservado para pocos. Además, su participación en la F1 lleva al país en un estado de pasión extrema. En fin, la argentinidad al palo.
La economía argentina, luego de años de estancamiento, inflación crónica y pérdida de poder adquisitivo, muestra signos de recuperación. Según la OCDE, el país podría registrar un crecimiento de 5,7% en 2025, mientras que el FMI proyecta un 5%. La desaceleración inflacionaria es otro dato alentador: tras cerrar 2024 con un Indice de Precios al Consumidor del 117,8% según el INDEC, las estimaciones más optimistas (OCDE) indican que podría caer al 28,4% este año. Incluso las más conservadoras (FMI) prevén una reducción significativa, con una proyección del 62,7%. Aunque estos porcentajes siguen siendo altos en comparación global, marcan una tendencia que rompe con la dinámica de deterioro y vemos ahora a las personas preocupadas por la baja del dólar, luego de décadas de quejarse de las subas de este.
Lo concreto que en abril los precios se desaceleraron al 2,8%, que en los primeros cuatro meses del año promedian una suba del 11,6% en lo que va del año y acumula un alza del 47,3% en los últimos doce meses.
El paralelismo es inevitable: Colapinto y la economía argentina comparten un momento bisagra. Ambos protagonizan procesos de transformación que requieren audacia, planificación y resistencia. El joven piloto representa una nueva generación que busca hacer historia, mientras el país intenta salir del pozo económico apostando a la inversión, la apertura comercial y la estabilidad macroeconómica.
Ninguno de los dos caminos está libre de riesgos. La competencia en la F1 es feroz, y los desequilibrios económicos argentinos no se resuelven de un día para el otro. Sin embargo, tanto en la pista como en los mercados, las buenas estrategias, la preparación técnica y la gestión del tiempo hacen la diferencia.
Argentina vive un mayo de motores encendidos y expectativas contenidas. Colapinto pisa el acelerador con la ilusión de un podio, mientras el gobierno busca que la economía cruce la línea de llegada sin salirse de pista. En ambos casos, el desafío es sostener el rendimiento y evitar los errores que puedan costar caro. La economía argentina, al igual que en una carrera, tiene calibraciones milimétricas para conseguir el éxito.
El país tiene combustible, talento y coraje. Ahora resta saber si podrá traducir este envión en resultados duraderos. Porque el champán se descorcha en el podio, pero se gana vuelta a vuelta. Y que llueva Moet, que si te salpican con champán no molesta.
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