Por REDACCION
La Bolsa de Cereales informó que la intención de siembra refleja un aumento del área de trigo como consecuencia de una transición del escenario climático global, luego de tres campañas consecutivas con fase “Niña”, a un establecimiento de una fase “Niño” durante la primavera, además de una mejor relación insumo/producto, debido a una baja en los costos de los insumos claves para la producción como fertilizantes y herbicidas.
Se proyecta una superficie probable de siembra de 6,7 Mha, que representa un incremento de casi el 10% en relación a la campaña anterior. Sin embargo, esta proyección dependerá en gran medida de contar, al momento de la siembra, con un perfil de suelo con adecuadas reservas de humedad, que aseguran el establecimiento y crecimiento en las primeras etapas del cultivo. Como contrapartida, en la zona núcleo se prevé una caída desde un 15% a un 60% de la intención de siembra ante pronósticos de falta de precipitaciones que permitan la recarga de los perfiles.
“Dado el escenario descripto y considerando la fuerte dependencia del trigo de la oferta inicial de agua (reserva edáfica y lluvias de otoño), desde INTA Rafaela proponemos tener en cuenta algunos aspectos claves para esta campaña triguera, que ayudarán a minimizar los riesgos productivos”, indica la Ing. Lucía Rosetti.
AMBIENTE Y LOTE
El ambiente es el factor que explica en mayor medida la variabilidad en el rendimiento, por ello “es clave, a la hora de tomar una decisión de siembra, la elección y caracterización del lote, analizando no sólo su aptitud de uso sino también sus condiciones físicas y químicas”, dice la ingeniera.
Otro factor relevante es el conocimiento, cercano a la fecha de siembra, del contenido de agua útil del perfil del suelo. “Esta estimación permite prever el éxito del trigo en su implantación y evolución durante la etapa de macollaje. El almacenamiento de agua en el perfil del suelo depende de varios factores además de las lluvias, como el cultivo antecesor, el tiempo entre cultivos, la cantidad, calidad y manejo de rastrojos, el sistema de labranza y el manejo de barbecho en especial el control de las malezas”. Según estudios previos, para el centro de Santa Fe, que la estimación inicial de agua útil al metro de profundidad sumado a la expectativa de precipitaciones durante macollaje permiten estimar, al inicio de la campaña, los rendimientos probables de trigo a obtener.
“El período de recarga del perfil para la zona centro ocurre durante los meses de marzo a mayo, dependiendo de las lluvias que se registren y la eficiencia de su aprovechamiento-infiltración”, informó Rosetti. En Rafaela, durante los meses de marzo y abril de 2023 se registró una precipitación acumulada de 280 mm, que indudablemente contribuyó a mejorar las reservas de los perfiles. Sin embargo, “éstas no habrían sido suficientes para tener expectativas de rendimientos regionales normales (120-150 mm/m), ya que algunas estimaciones realizadas arrojaron registros de 88 y 117 milímetros, para un antecesor maíz y soja, respectivamente”. Cabe resaltar, además, que el régimen de lluvias invierno-otoñales en la zona es escaso e irregular, con una probabilidad de ocurrencia de eventos pluviométricos normales de 50 mm para el mes de mayo, por lo que la posibilidad de una mejora importante en las reservas es poco probable. Además, “el aporte de la capa freática será nulo debido a que la misma se encuentra a más de 4,0 m de profundidad”, reportó la ingeniera del INTA.
ELECCIÓN DE LA FECHA DE SIEMBRA
Para la zona centro de Santa Fe las fechas de siembra (FS) posibles se extienden desde mediados de mayo a principios de julio.
“La correcta elección de la FS es clave ya que determina el momento de ocurrencia del período crítico del cultivo (se ubica 20 días antes de antesis y los 10 días posteriores). Lo ideal es posicionar al mismo en un momento donde las temperaturas sean lo más frescas posibles, que exista el mínimo riesgo de ocurrencia de heladas (<10%) y las condiciones hídricas sean favorables”. Para el centro santafecino, lo ideal es que la antesis -floración- ocurra luego del 21 de septiembre (fecha promedio de la última helada).
La FS también tendrá incidencia directa sobre la oportunidad de ocurrencia del período de llenado de los granos.
Entre las FS posibles de realizar en la región centro de Santa Fe, las de principio de junio maximizaron el rendimiento del cultivo en los diferentes ambientes ocurridos entre 2008 y 2019, debido a que el cultivo alcanza floración con una adecuada biomasa. “Estas siembras tienen un buen comportamiento en ambientes de bajo como alto potencial. Por otra parte, las siembras de mayo se comportan un poco mejor en ambientes menos favorables, pero mejoran su comportamiento en la medida que el mismo aumenta mejora. En contraste, las fechas más tardías son menos plásticas, pero con el ciclo adecuado y en ambientes de alto potencial, pueden ser una respuesta en años específicos (año niño, napas altas, etc.)”, definió Rosetti.
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