El Monumental de Alberdi ya era una fiesta total. El campo de juego, completamente invadido por hinchas, se transformó en un mar celeste y blanco. Entre banderas, abrazos, lágrimas y teléfonos levantados para inmortalizar el momento, Francisco Paravano intentaba avanzar unos pocos metros. Cada paso era interrumpido por felicitaciones, pedidos de fotos, saludos y hasta disculpas de socios e hinchas que meses atrás habían cuestionado con dureza su llegada a la presidencia.
En ese contexto, minutos después de consumado el ascenso a la Primera Nacional, el presidente de Atlético de Rafaela se tomó un instante para hablar y dejar sensaciones profundas, más cercanas al desahogo que al discurso formal.
“Pensarlo ahora y mirar para atrás… era dificilísimo. Muy difícil. Pero lo logramos. Y no lo logró una persona, lo logró Atlético. Lo logró la gente, el acompañamiento durante todo el año, el grupo de colaboradores. No es falsa modestia, esto fue colectivo”, sostuvo, con la voz todavía quebrada por la emoción.
Paravano puso el foco en el momento institucional que atravesaba el club cuando asumió y en la necesidad de tomar decisiones desde otro lugar. “Era un momento para poner el corazón, no para hacer política. Había que liderar, pero liderar en serio, con personas identificadas con el club en cada sector. Se armó un grupo de jugadores con sentido de pertenencia, con gente que entiende lo que es Atlético, y eso fue clave”.
El presidente también se refirió a la herida que había quedado abierta tras la final perdida meses atrás ante Ciudad de Bolívar y al efecto que ese golpe terminó generando. “Estuvimos muy cerca en San Nicolás y no se dio. Pero parecía que tenía que quedar acá. Yo se lo dije a los jugadores después, un poco arengando, pero también porque lo sentía: lo que no mata, fortalece. Si se hubiese ascendido allá, quizás se pensaba que esta categoría era fácil, y la verdad es que nos rompimos el lomo todo el año”.
Mientras hablaba, un hincha se acercó, lo abrazó fuerte y le dijo al oído “perdón, Pancho”. Él sonrió, devolvió el abrazo y continuó. “Esto nos fortaleció a todos: dirigentes, colaboradores, cuerpo técnico y jugadores. Nada fue sencillo. Por eso este ascenso vale tanto”.
Paravano también buscó bajar el perfil personal del logro y resaltó la dimensión institucional. “Atlético vuelve por lo que es como club, por el peso que tiene, por lo que fue hoy la cancha. Esto no es de una persona ni de una comisión directiva. Es de Atlético. Volvimos al lugar donde no podemos volver a caer”.
Con la fiesta aún en pleno desarrollo, el presidente dejó un mensaje hacia adelante. “Ojalá esto sea un puntapié para pelear cosas más importantes. Hay que cuidar todo esto y seguir construyendo. Esto es volver a empezar”.
Antes de despedirse, hubo espacio para el recuerdo íntimo y familiar. “Es imposible no acordarme de mi abuelo Cacho, de mi abuelo Rodo, dirigentes históricos, y de mi tío Gabriel Carlucci, que fue quien me dio el puntapié inicial para meterme en la dirigencia. Ellos están acá conmigo. Y, por supuesto, toda mi familia”.
Atlético de Rafaela regresó a la Primera Nacional. En la noche del ascenso, entre cantos y abrazos, su presidente vivió también su propia revancha, en un Monumental que habló más fuerte que cualquier discurso.
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