Por Guillermo Briggiler
Se elige Presidente. Pero una vez que asuma, ¿qué tiene que hacer? No hay mucho margen para repetir errores del pasado, como confiscar ahorros, o empobrecer a la población devaluando la moneda. Los que se quemaron con leche, ven una vaca y lloran, por lo que la gente ya está preparada para enfrentar ese tipo de medidas y esto es una buena noticia, ya que quien resulte ganador solo podrá buscar el camino del crecimiento económico para generar recursos genuinos que permitan, enfrentar la deuda interna, capitaneada por las Lelic y la externa que posee como máxima expresión el FMI.
No hay lugar para soluciones mágicas, por lo que nos empujarán a trabajar en pos de hacer al país más productivo y que ese camino es el que devolverá el poder al pueblo, hoy encepado, triste, dependiente de un subsidio, de un aumento de las prestaciones que da el politiquero de turno, abrumado por impuestos y por malas reglamentaciones y por el exceso de estas.
El camino es el abandono de la presencia de un Estado que se mete donde no lo llaman, como ocurrió con las varias veces mal sancionada ley de alquileres y se ausenta de los lugares donde lo necesitamos, como la seguridad en las calles de nuestras ciudades. Hay ejemplos que avergüenzan como el reciente mensaje que reciben los usuarios del transporte público, donde el mismo gobernante desnuda el sistema, le muestra el precio que está pagando y le informa también el costo real para acceder al servicio (varias veces superior), una vil extorsión, pero además un baño de realidad, porque ¿quién está pagando esa diferencia? La respuesta es el mismo usuario, cada vez que los precios de toda la economía suben por medio de la inflación, generando además la situación de inequidad que quien no use el transporte, beneficia a quien, si lo utiliza, además sin discriminar, si el beneficiario lo necesita o no.
Dicen que estamos en crisis, otra vez en crisis, como en cada período que nos toca vivir. De todas maneras, transitamos circunstancias inéditas en la historia de nuestro país y las presentes elecciones son una oportunidad para expresar nuestra voluntad. Votamos no solo a un candidato, sino que elegimos todo aquello que quisiéramos desterrar, cambiar, potenciar y, por supuesto, aquello que apoyar. Votamos por lo que estamos dispuestos a luchar. Pero, eligiendo de esta manera, nos ponemos a nosotros mismos en una situación complicada, ¿a quién le doy mi voto?
La Patria no es solo responsabilidad de los políticos, sino de todos nosotros. Los candidatos suelen decir que tienen vocación de trabajar para el país, y nosotros, ¿estamos dispuestos a trabajar por la Patria? A profundizar la identidad de nuestra Nación, esa Nación con raíces cristianas, con gente, en algunos casos no creyente, pero con valores cristianos. Para ello no es necesario aspirar a grandes cargos, alcanza con trabajar en la porción de Patria que nos fue confiada, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro barrio. No dejarnos ganar por la desesperanza, por decir que la única salida es Ezeiza, porque salimos y ¿a dónde vamos?
La tarea en nuestra tierra es difícil, vemos presencia de ideologías en muchos lugares donde no deberían estar, como universidades y medios de comunicación, pero podemos vencerlas recuperando los valores que hicieron grande a nuestra Patria, porque con dichas ideologías que se fueron implantando, lejos de progresar, retrocedimos. Los resultados están a la vista.
El regreso a los valores cristianos de equidad, sacrificio, respeto por la vida del prójimo, perdón, humildad, honestidad, transparencia, unión y por supuesto la búsqueda de la verdad, nos llevará a una Patria libre y con ello crecimiento, económico y moral.
#BuenaSaludFinanciera
@GuilleBriggiler
@ElcontadorB
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