Por REDACCION
El otoño nos vuelve a convocar cerca de los árboles, de sus hojas y de sus matices. Los colores otoñales del follaje son uno de los puntos de mayor atracción en cualquier paisaje, estemos mirando un bosque, una plaza pública o simplemente dentro de los límites de nuestro propio jardín.
Los árboles son el elemento vegetal más importante en la estructura del parque o el jardín y su relevancia será la misma formando grandes grupos en superficies extensas o como un ejemplar aislado. Hay ejemplares que lucen más en grupos, donde uno refuerza las características del otro pero cada uno mantiene su individualidad. Este es el caso de los robles americanos.
Los árboles aislados, en cambio, deben ser de una belleza particular. Al plantarlo solo, será un punto fundamental de atención en el parque y sus características estéticas deben justificarlo. Es el caso del roble de los pantanos que se luce mucho más cuando está solo que en grupo, no sólo porque su colorido otoñal es sumamente brillante sino porque sus ramas extendidas lateralmente acarician el suelo.
EL LIQUIDAMBAR
La especie que puede encontrarse en nuestros viveros es Liquidámbar styraciflua, llamada en Estados Unidos, su lugar de origen, sweet gum. Tiene hojas de color verde brillante en el verano. Los ejemplares más apreciados son los que tornan sus hojas a un color rojo furioso en el otoño.
El crecimiento es de rapidez media, muy lenta en los primeros años y luego se torna intermedia. La forma de la copa es ovoide con cierta tendencia a piramidal y ramifica desde la parte inferior del tronco que tiene corteza gris, gruesa y muy hendida.
Lucen en forma aislada en el parque pero también en grupos o formando cortinas. Su follaje, tanto el estival como el otoñal se destaca vivamente cuando es plantado delante de otros árboles de primera magnitud pero con follaje persistente y de color verde oscuro. Prefiere los suelos sueltos, donde no se produzcan nunca encharcamientos ni acumulación de agua.
LOS ROBLES
Son encinas en España, son oaks en EE.UU., de donde provienen y son robles para nosotros. Los de follaje otoñal atractivo y que pueden conseguirse en nuestros viveros son básicamente dos: Quercus palustris (roble de los pantanos) y Quercus borealis (roble americano, antes denominado Quercus rubra).
El roble de los pantanos es uno de los más conocidos en el país. Su nombre proviene de una buena adaptabilidad para vivir en zonas pantanosas o muy húmedas. Necesita suelos ácidos y es de gran porte, con copa piramidal y con ramas muy extendidas lateralmente desde la parte inferior del tronco. Las hojas son profundamente hendidas y de un color verde franco durante el verano, y pasan a ser rojo escarlata con la llegada de los primeros fríos.
El roble americano tiene alto valor forestal además de ornamental. Las hojas son similares al anterior pero menos hendidas y los matices otoñales son más opacos.
Antes de caer, las hojas se vuelven de color púrpura amorronado o con una mezcla de amarillo y rojo (a veces todos estos colores juntos).
Muchas son las consultas del porqué de esa tonalidad amarilla en vez de roja que vienen dándose en los últimos otoños. Lo que pasa es que si ustedes recuerdan durante los últimos meses otoñales las temperaturas no fueron muy bajas y por ende las hojas se tornan amarillas y directamente caen al suelo sin pasar por el rojo característico que sólo se da cuando las medias son inferiores a 8 grados centígrados.
Vive bien en suelos arenosos pero no en calcáreos, es resistente al frío y puede plantarse a pleno sol o media sombra.
La velocidad de crecimiento es media, pudiendo alcanzar los 25 m de altura.
La copa es ovoide y el tronco muy recto y ramificado. La corteza joven es lisa y verde amorronada. Al envejecer se vuelve oscura en la base, desprendiéndose en láminas grises y dejando al descubierto el interior rojo claro.
Les aconsejo ir pensando cual de ellos elegiremos para plantar en la temporada que se aproxima. No se arrepentirán.
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